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Ricardo Zelarayán .


Rescate La Obsesión del Espacio


Sombras

Sombra quieta

Una plancha se detuvo junto a un árbol y del suelo brotó una lluvia de transistores. Nosotros también nos detenemos, y a veces un poco deslumbrados nos vamos por ahí... tambaleantes. Pero la cosa recomienza, y siempre volvemos a ser lo que éramos. El mobiliario se completa. Lo que no quiere decir que la silla vuelva a llevarse bien con la mesa. Habrá que ver lo que es seguir... Pero que siga, que siga... sin detenerse. Y cuando comienza uno a abanicarse a grandes rasgos, sin sentarse en una silla, el suelo comienza a anegarse y se termina por encontrar una rueda de esas en un rincón, completamente knockout. Momentos después la rueda recomienza y hay viento por ahí. Un viento que acomoda las últimas migajas (¿por qué habrá siempre últimas, me preguntaba los días pasados que siempre hay?) La quiebra del pavimento, la quiebra de los talones, la quiebra de las agujas y de los pelos, de las grúas y de los bancos de la plaza, tiene que ver con los paraguas que flotan a la deriva o con los humos que brotan interminablemente de las orejas gastadas. Una oreja sepulta caballos. Los cabellos sepultan caballos. Los caballos insepultos son todos orejeros. Las orejas se acomodan pero ya no se estacionan durante años en un rostro. Oreja de plaza, paraguas insepulto, rueda demoledora... Hubo que hacerse un lugarcito y esperar. La conversación lateral crecía y los rostros se abordaban salvajemente. Una almohada de cabellos. Una almohada de caballos. Orejas por el suelo, rodillas en la tierra, y todos los rinconcitos reservados para otras miradas. Hoy me pregunto por qué de todos lados se vienen caballos traídos de los pelos o de los cabellos. Y el porqué de tantos andenes sin rostro definido para colgarse de cualquier lado. Una vez fueron tres y no hubo palacios sino calles zancudas, y cómo se zancudían en cualquier sector de cabello o de espejo incontenible. ¿Por qué contener el agua? ¿Por qué la llama acentuaba su relieve para declinar y caer en un embudo? Había que enroscar los cables de las miradas. !Y pase otro más al frente! Un frente sin perfil, un filo iluminado para los que buscan asirse de los bordes. Ojos vacíos, ventanas vacías y vendaval. Hay un viejo asunto de cajones y de muelas del viento. Un centenar de antenas dopadas hacen brotar sus frutos por todas partes. Pero si hay partes no pueden ser todas para asomarse detrás de una loma, de debajo del agua, detrás de una puerta o simplemente detrás de los párpados.

Sombra inquieta

Mano despierta, tajo florecido hasta lo demás... Las afamadas similares adheridas no comienzan. Una sonrisa de sandía ata las sábanas, desgaja las risas, escupe las semillas del más allá. Y todo no es todo porque la crema del bienestar se reproduce en la orilla. Y las rompientes desdentadas simulan pero no disimulan, porque las mulas zigzaguean una, dos.... Y la rompiente del cuchillo aparta la mar de puñaladas. La los la el mi de la tajada del tajo, de la muerte, de la pata de cabra, de la tormenta del diente, de la razón del mi-porque, ni-si ta-ta-ta-ta.... Mueca del fin, hamaca del pan, pan de la urraca, hurra del mal, mismis del curro... Una descansada cara de dado. Una migaja, una desplopada, una derramada. Sal mi raca raca, suma, susurro, borde en llamas, una despierta, una durmiente, una silencio. La silencio se estrella contra la miga, la mano que enrolla las sombras, un ojo simulador, el humo de la frío. Un dedo... dos dedos.... tres dedos hacen la hamaca y cuatro dedos el pan. La soga se oculta... pero la soga no tiene huesos para arder. Y sin embargo no bizquea la sal. Mi estalla y yo ironiza. La pan de la papisa. Ni trampas de bizco, ni miga de bizcocho. La lado, la dada. Un timbre se pega. El sonido se descalabra sin ser dicho ni pampa, ni run, ni el agua enloquecida del mapa, derramada sin decir nada. Por nada, por la perfil, por la frente, por la destornillador. Sin consultar, sin un árbol de pro ni de más, sin una tormenta escapada, famosa de pícara, que escarba, escarmentada, la torre, la torre... Párpado roído, pararrayos, papagayo... Una palabra, dos palabras, sin palabras. A la deriva... Los anzuelos... Sobran vidas a la deriva. A la izquierda comienza lo que tiene, lo que es, sin trabas de ninguna especie. !Sí! !especie! ¿La luz? ¿Por qué la sombra es luz carbonizada? Nadie pierde nada. No se pierde nada con nacer... No se nace nada con perder.








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