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Sergio Bizzio nació en Villa Ramallo el 3 de diciembre de 1956. Publicó las novelas El divino convertible (1990), Infierno Albino (1992), Son del Africa (1993) , Más allá del bien y lentamente (1995), las colecciones de poemas Gran Salon con piano (1982), Mínimo figurado (1988) y la plaquette Paraguay (1991) que ahora publicamos en su forma completa. Adaptó el Fausto de Estanislao del Campo (estrenada como Un Fausto Criollo en el TMGSM) y los Entremeses de Cervantes (estrenada como El hospital de los podridos y otras maravillas en el Teatro Nacional Cervantes). Escribió con Daniel Guebel las obras La China, El amor y Carnicerías Argentinas. Desde hace varios años trabaja como productor y guionista de TV.

Paraguay


Texto de Contratapa

Eduardo Ainbinder me pidió que escribiera algo para esta plaquette. Se acordaba de un elogio que hice para otro libro de Sergio, Mínimo figurado, algo acerca de la magnolia y el fisicoculturista, porque la tapa de la plaquette iba a ser una foto…Bien, me mostró la foto. En realidad (no en mi defensa), todo eso era idea de Sergio, lo del fisicoculturista y la magnolia, creo. A Sergio lo invitaron a un programa de televisión y dijo algo por el estilo.
Es difícil que uno recupere el tono de las cosas que escribió en otras circunstancias. También es difícil recuperar las revistas que uno presta. Es mi caso, así que voy a escribir algo breve sobre Paraguay.
El poema de las dos nenas en la playa es de mis favoritos. Me gusta porque parece que planteara un problema metafísico (como si fuera un poema más hacendoso, más, por decirlo de algún modo, retórico), y en realidad plantea otro, físico. Porqué, ¿qué se puede hacer con la poesía y la estúpida cabeza? Que la poesía no está en cualquier parte, es evidente. También es evidente que, si uno se confunde, el sobreentendido sobre los regresos puede funcionar como una pesadilla de felicidad. Todo eso pasa en este poema.
Otro, que Sergio leyó en la presentación de su novela, también me gusta mucho. Sergio siempre creyó que yo había inventado este verso de Lorca: "Entre los juncos y la baja tarde/ ¡ que raro llamarse Federico!" Me sobrevalora. Juro que existe.
En fin, no puedo extenderme mucho. Estos poemas se arreglan muy bien solos. Eso también les pasa: están arreglados. Como chicas lindas, me parece, y está bien. Maquillaje en miniatura, piernas diurnas, pestañas naturales, microscopías tatuadas en un paisaje excéntrico, en escala…
Todo eso está muy bien porque muchas veces la belleza adquiere el tamaño de las cosas que perdimos, que se están yendo.

Luis Chitarroni.


"PARAGUAY"


EL CAPITAL

Ocurre algo curioso: llora.
Sin embargo yo no apunto a eso.
Tengo que hacer un viaje a la selva.
Con cierta gitanería. Un kistch animado:
la inteligencia. Batir.



SURF

De tu segundo párpado saltó encantado
hacia otra guirnalda de fuegos
un colibrí.

"Papi -dijo-, todos los días, desde que empezó... la...
diversión, me senté a buscar una frase que te hiciera
feliz". Un muchacho (nunca ví un muchacho,
pero ése era uno) arrastraba su tabla de

surf
lentamente hacia un desvelo
cómodo, superior.

"¿Dónde dejé la pluma?"

-Surf: la poesía, qué idiotez...

Los perritos se ríen, dueños de sí.
Todo tu amor hace equilibrio en un pie.



ENVIO

Sobre los giros de estilo, una minúscula aldea.
Restos de sí y de no, animados por los gorjeos de la luna.
"Yo misma no puedo creerlo, pero todo lo salvaje tiene su lógica:
en el arco de esta caja de sorpresas, donde un hecho real
nos muestra como extraños, me duplicaré mágicamente luego de la lluvia".
Después, en letras nativas, la desdicha de ser suave
-"una forma que no atacaré para demostrar independencia", -dijo,
y, su mano izquierda bajo mi cabeza, con su brazo derecho
fue abrazándome...



UNA PERA

Recién comí una pera con pintas ocres y verdes
y ahora lavo un platillo color salmón.
Soy una pera. Es maravilloso. No obstante,
soy una pera. Dama tatuada,


no puedo agradecer
que la lluvia sea parte del cielo. He leído algo
acerca de una fuente vacía tras la estación turística y
miro afuera. Soy éste. Pero miro como se mira
trabajar a los demás... (Cristales

de Murano. El viento -clásico- se levanta,
hace un ruido de ametralladora y va a acostarse
en la copa de unos árboles, en la
hondonada, haciéndolos girar).



SU

Querida Su:
paso días, paso largas temporadas
sin escribir. Pero esta mañana
encontré tu papelito (con tu letra)
"¿Por qué no puedo hablar de plata
con el marido de la estrella?",
dice.

No hay ninguna arboleda
fosforescente, Su.
Es tu trabajo, tenés que hablar de plata.

Yo, Su, que viviré y moriré
¿conozco alguna justicia que no sea
fundada en el azar? Anoche soñé
que era una muchacha en una hamaca
paraguaya. Y creía, meciéndome entre unos
tilos, oir la música de un infinito
no merecido, Su.



DOS NENITAS

Pensaba que estar mal es ésto:
"...la luna, falsa en todas sus fases,
una humareda aplastada las nubes,
un velero de velas nipón, niponas..."
-un crawl por esos fracasos del lenguaje-,
cuando una sombrilla empezó a rodar hacia la costa
seguida por una rubiecita de gorro azul,

y ví una pelirroja de 5 años en el agua
(del mar, casi al mismo tiempo) con una vincha dorada
y una pulsera fosforescente en el
tobillo, donde podía leerse one
cada vez que saltaba las antipáticas
y limpias olas sin espuma -y

me dije: "A lo mejor son las mujeres que amé,
de nuevo nacidas. Si puedo confiar
en la primera impresión, ellas
reestablecieron el equilibrio del día.
¿Por qué levantar contra el viento
la estúpida cabeza?"



SABADO AL MEDIODIA

Salpicando la bandeja que lleva mi tío,
mi primo dijo "Qué vida" y se tiró de espaldas
al agua. En la bandeja había una cebra nacarada
y un bosque sin flores. Y mi tío había preguntado
"¿Y a vos por qué no te gusta la palabra magia?"
desde abajo de unas gruesas cejas negras
con relámpagos azules.



EL REFLEJO DE LAS HOJAS

Se va la primavera, y veo eso con buenos ojos.
Va de nuevo: la primavera, veo eso
con buenos ojos.
Y estudio
el reflejo de las hojas en ese aro redondo
que cuelga de tu oreja como un diminuto gong
encomillado; traduzco:
las hojas de los libros,
por donde pasa también la primavera,
libre del deseo de agradar.

Hay además (retórica pura),
un cuerpo incapaz de hacerse evidente
al que llamaría "sombra de cada cosa" o "sombra
de cada estilo". ¿Qué es? -Quién sabe...
Pero ella siente que una mano desgarra su vestido.

Lilas y lilas
y todo concluye a su modo.
La forma de la casa avanza
entre flores que se mueven en dirección a la noche
buscando los rostros que tenían
antes de que el mundo fuera hecho.
¿Es divino?

Quizá.
Pero qué raro, entre estos espinillos,
llamarse Bizzio.



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