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Santiago Vega nació en Quilmes en 1973. No tiene libros publicados. Algunos de sus poemas breves aparecen en la antología Poesía en la Fisura (Ediciones del Dock, 1990). Zelarayan, que por primera vez IP edita en forma completa, obtuvo el primer premio en el II Concurso Hispanoamericano Diario de Poesía (1997).

Zelarayán

Porque no podemos dejar de decir
lo que hemos visto y oído.
Los Hechos 4-20.

UNA MAÑANA TERRIBLE


1

A las diez
de la mañana recitando sus mejores
poemas
asustando a cajeras y viejas
con su aullido
Ricardo Zelarayán
era arrastrado de los pelos
por los guardias de seguridad
por tirar las espinacas
al piso,
la bandeja de los kiwis
al piso,
por destapar los yogures
de litro.
Ricardo Zelarayán
era arrastrado de los pelos
por andar como un demonio
entre las góndolas
imprimiendo temor
en niños y niñas
niños que tienen
el sexo y el hurto
en los ojos
niñas que gozan
del gozo
de libidinoso
monstruo
que piensa
en el dulce retorno
fulgor y deleite
del virginal ano.
El monstruo
fue desalojado
del supermercado
por tener malos hábitos
y ser improductivo
para la Sociedad
para la Gran Empresa Nacional
de los Mendes.


2

Para ser penetradas
con violencia
se visten las niñas
de Salguero
el monstruo
con su terrible pene
las espera
encerrado en una jaula
de grueso espesor
las ve pasar
al shopping
el ano se difunde
cuanto más sube
la escalera mecánica.
¡Todas hacen propaganda del ano!
¡Todas hacen difusión del ano!
La escalera
mecánica
en el calor del verano
pecaminosa ella.
Goza y transpira como un monstruo.


3

El monstruo
encerrado en su jaula
por tirar las espinacas
al piso,
la bandeja de los kiwis
al piso,
mira a las clientas
y empleadas
de la Gran Empresa
de los Mendes,
piensa en los gloriosos días
en las virtuosas noches
cuando agarraba a una niña
de Salguero
que inocentemente le ofrecía
su delgado
rosado y tierno ano
para que el monstruo
lo usurpara tenazmente.


DE COMO SON HECHOS LOS ARCO IRIS
Y PORQUE SE VAN

-¡Qué mano!
Formidable derechazo en la jeta del
trompa
que lo hizo dar vueltas como un salchichón
sobre la máquina de fiambre.
Y es así como nos echaron de la fábrica
de Caucho, en Constitución.
Y es así como terminaron nuestras
48 horas semanales.
¡Así es como quedamos en la caye!
¡Sin un mango!
¡Otra vez en la caye!
Salimos por Lima
y rumbeamos derechito por Brasil.
Está queriendo amanecer y el humo
de la fábrica se mete entre unas nubecitas
porteñitas, bien engrupidas...
¿Era necesario semejante trámite,
para que el arco iris entrara
en mi vida, ladinamente, en mi pecho
de gurisito salteño, irreconciliable?
¡Otra vez en la caye!
¡Y sin un mango!
Entramos a trabajar en un tallercito
de cortar tela, en la calle Paso,
pleno Once;
un coreanito cara de River Pley
se acercó y lo mandó al salteñito
a planchar tela.
¡Con una plancha de tintorería!
¡Que infierno cerca de esa plancha!
Ya de noche el coreanito viene
y dice que ya nos podemos ir (¡¿ya?!)
-¡eh, River Pley, vení garpá,
que esta noche hay joda!
-Lin no pagar hasta fin de mes.
Fue lo último que dijo:
el salteñito lo cazó
de las mechas y le enseñó toda
la furia salteño-boliviana,
le puso la cabeza bajo la plancha
de tintorería, la cabeza del amariyo
humeaba, humeaba...
¡Era de ver y no creer!
¡Era de ver y eyacular!
¡Payo de mierda! ¡Ojo de concha inclinada!
¡te guai a volvé a Shangai!
puteaba el salteñito
hecho la piel de Judas.
El salteño, petiso y jetón,
de lejos con aire a Housemann,
lo embocó de entrada
y después se desquitó con la hijita
coreanita de 13 años,
la apretó contra la pared,
le bajó la bombacha y se la puso
por atrás y en seco.
¡Era de ver y eyacular!
¡Era de ver y eyaculear!
¡Viva Tailandia!
¡Asiática hepatítica!
¡Hija de Li Po!
¡Pindapoy!
Se le derretían las orejas al amariyo
cuando veía cómo la culeaban a su hija.
¡Es virgencita!
La coreanita que se retorcía entre
la pared sucia, despintada
y la pija del salta.
-¡Yamanochuqui ando!
-¡Yamanochuqui ando! -decía.
¡Me están culeando!
¡Me están culeando!
Los vecinos llamaron a los bomberos
justo cuando la leche del Salta
caía sobre la piernita de la ponja.
Los bomberos venían a todo lo que da,
por Pueyrredón, en contramano.
¡Qué bestias! ¡Que aspamentosos!
Caían los manguerazos sobre el tallercito
de cortar tela.
El vapor se elevaba hasta el cielo
y formaba un bello arco iris.
¡Qué llueva, que llueva, los pajaritos
cantan los ponjas se levantan!
Le titilaba el culo a la ponja
y en cada titilar le salía un poquito
de leche salteño-boliviana...
¡Era de ver y no creer!
¡Era de ver y eyacular!


PAPA SE INCENDIA

Mi padre se vuelve al catolicismo
y quiere que yo también me vuelva.
Quiere que salgamos esta tarde
con una biblia bajo el brazo
a visitar a todo su público pudiente.
Mi padre quiere que le ayude a montar
un escenario sobre el techo del Abasto.
¡Para que toda la gente lo escuche!
¡Para que toda la gente lo aclame!
Mi padre pasa hablando del amor de Dios.
¡Ay, Dios mío tendré que soportarlo!
Mi padre pasa elogiando la remera
que Durand trajo de Inglaterra.
Mi padre pasa haciendo bromas brillantes.
Mi padre, púdico sentimental, pasa recién afeitado
Papá se cuelga del cartel de Coto, le agarra
la electricidad y cae sobre el asfalto mugroso.
Papá pierde el conocimiento, y cree que es
Ricardo Zelarayán.
Si no estoy mintiendo un poco, ya no odia
a Enzo Francescoli.
Es más, cree que es Enzo Francescoli
y anda haciendo chilenas por el aire.
Papá pisa un cable de su escenario y se
incendia,
desde abajo todos le tiran baldazos de agua
y le dicen: ¡Largáte! ¡Largáte!
Papá se larga y sale corriendo
(¡envuelto en llamas!)
hasta Tucumán y Agüero,
para el 46 hace bajar a toda la gente y se va
con el colectivo. ¡Y el colectivero de rehén!
Papá maneja el colectivo descontrolado,
el 46 da vueltas como un trompo
hasta que se mete en el Rancho A y B
donde los bolitas bailan cumbia.
El 46 dejó un gran aujero en la tierra.
Papá desapareció.
Los ratis de la 21 todavía lo andan
buscando.


PAPA PUÑOS DE DINAMITA

Todos los paraguayos odian a Papá.
Porque ese hombre es un demonio.
Porque cuando suena la cumbia nadie
la baila como él.
Porque papá se cojió a la más linda
de Samber Club,
cuando todos los paraguayos bailaban
cachaca mexicana.
Ahora la luna apenas entra por los
reservados, una mesita con un vaso
de Gancia a medio terminar...
Papá ha muerto a manos de la colectividad
paraguaya.
Y de nada le sirvieron sus puños
de dinamita, su fama de secuestrador
de colectiveros...
Y la paraguaya que papá se cojió
en el Samber Club, la que se hacía trincar
con todo aquel que no fuera paraguayo,
baila en el escenario.
La luna, afuera, ilumina la Estación
Constitución.


Y LO SACARON DEL LUNA PARK EN
AMBULANCIA...

Pero no precisamente del Luna,
sino de la placita que está a la vuelta,
hasta que después de un lumínico,
intenso cotejar, avergonzados,
corrieron al darse cuenta que os
vieron en pleno acto amoroso.
Y finalmente los cercaron,
los robaron y al Juniors le cortaron
la cabeza...
Les rogaba por algún Dios
que no lo mataran
y esto pasó...
La pandilla castradora le pone velas
a Lorena Bobbit.
Detrás de las grúas del puerto
iluminadas en un atardecer rosado
iban lentamente
inclinando ascuas y ganchos
al son de un suave y blando movimiento...


APOCALIPTICO RESCATE DE ZELARAYAN

¡Ese mi pollo de Orán!
Formidable derechazo en la jeta
de guardia petiso, que le hace
tronar los dientes, la jeta se le estiró
como un chicle, se le puso atrás de la nuca.
¡Qué mano! ¡Qué ductilidad de mano!
El petiso trata de recomponerse
pero todavía tiene en los ojos
las montañas de Marte.
¡Huipi! ¡Se armó!
El guardia que lo tenía a Zelarayán
lo suelta y se va como un toro embalado
hacia el mosquito que liga un tremendo
gomazo, que lo hace volar...
¡El mosqui vuela como una palomita
sobre los carritos!
Aterriza de trompa y se desliza haciendo música
para caer sobre el capot de un Peugeot.
¡Qué mano! ¡Qué ductilidad de mano!
El guardia grandote lo afeitó
de un fantástico derechazo...
Del supermercado viene saliendo Carlitos Juniors
con una sirvientita empujando
un carrito lleno de comidas.
¡Está preciosa la sirvientita del Juniors!
Los guardias tienen apoyo logístico:
de la garita salió uno con un guolti-toki
y Zelarayán lo paró de un codazo
que le hizo tragar el guolti-toki.
¡Cabeza de guolti-toki!
¡Cabeza de guolti-toki!, cantaba Zelarayán;
se lo tragó todo, se le veía cómo bajaba
por la traquea del alcahuete.
Nos subimos a un camión de cerveza
que estaba descargando, lo más campante;
pusimos al Juniors al volante y la paragua al medio.
¡Qué preciosa estaba la paragua!
El Juniors vio el volante y se transformó.
Salimos embalados por Coronel Díaz.
¡Ese mi pollo de Aniyaco!
Agarramos Soler y después doblamos
por la curva de Agüero a todo lo que da
¡Esa Zulemita!
¡Carlitos iba por Agüero concentrado
como si fuera por las Sierras de Córdoba.
¡Carlitos corría el Rally Agüero!
¡Hiupi!
Cruzamos Córdoba a toda veocidá
¡con toda la prefectura atrás!
¡Y siete, siete patrulleros de la 21!
¡Los patrulleros despertaron al barrio!
¡Hiupi! ¡El colmo del afano!
¡Qué superbanda!
Zelarayán empieza a tirar botellazos
de cerveza,
los vidrios oscuros sobre la calle Agüero...
¡Un río de espuma y cerveza!
Zelarayán tira a dos manos, fanático.
¡Tomen, botones! ¡Beban la leche de mi palo!
¡Lame pijas de la Cía! ¡Lame conchas de la Fortabat!
Y así perdimos a los ratis,
bajo el sol de la tarde calurosa..


DE LO QUE LE PASO A RICKY AL CAER SOBRE
UNA SINAGOGA

¡Qué gente!
Jamás habías estado, Ricky, tan alejado de Salta.
Pero de esa manera te botaron,
en pleno recital de cumbia.
Y volabas por los aires, ¡sin escalas!
atravesaste Córdoba y Tucumán,
y caíste en el mismo momento en que todos
estábamos bailando
bailando y cantando en la iglesia
de la calle Anchorena,
dejaste un gran aujero en el techo.
¡Ricky volador! ¡Oh chapulín norteñito y volador!
Fuiste a dar sobre el parlante
¡justo sobre el parante!
y de refilón caiste sobre la cabeza del peruanito
que estaba cantando en el escenario,
quedaste frente al micrófono.
¡Ricky! ¡Ricky! gritaban las peruanitas
y las bolitas que querían tocarte.
¡Qué atracción! ¡Qué sensualidad!
Todos creímos que eras el hijo de Dios
Jesús disfrazado, el plomo de Jesús.
¡Otra vez ese plomo!
¡flaco raquítico ése!
con un metro menos y afeitadito.
¡Pero como hizo ese lungo, para bajar de altura!
¿Cómo hizo?
¿Se hachó las patas?
Todos creímos que era Jesús (perdónanos, Ricky).
¡Qué gente!
Caíste en el momento en que Enzo Francescoli
bailaba con una peruanita tetona,
¡bien tetona!l
los dos mundos se mueven de arriba abajo,
sin parar, sobre la cara del Enzo,
como queriendo adelantar su perdición.
Después saliste a la calle y te corrían
las peruanitas por la Yan-yoré.
Afuera estaba parado jesús, ¡el verdadero!
Jesús, el plomo, acusándote de copión.
¡No le copien a Jesús, no le copien
al copión maravilloso de Jesús!
Entonces las peruanitas, hechas un demonio,
lo corrieron hasta Tucumán y Agüero
envueltos en un ruido ensordecedor
armando gran alboroto.
¡En el centro de toda belleza!
Llegaron los ratis de la 21
y todos caímos dentro del celular.


ASALTO DE LA GANDHI

Nunca habías estado, Ricky,
en semejante estado deplorable,
con 50 peruanitas y el Enzo.
Nunca te lo hubieras imaginado, Ricky.
Jamás pensaste en el ruido de la caja de chapa.
Pero ahí estabas,
soportando esos conchazos,
¡el fuego de la admiración limeña!
Con este calor,
Ricky tendrás que esperar hasta
el próximo invierno.
La caja de chapa del celular
se movía de un lado a otro
al doblar las esquinas,
¡Y eso hacíamos nosotros!
No veíamos la hora de bajar,
el Enzo sacó de su pantaloncito N° 9
una ganzúa, y forzamos la puerta del celular.
El Enzo voló como un avestruz.
¡Dónde nos llevan estos botones!
¡Qué gente!
Estábamos en Corrientes y Paraná
¡pleno centro!
Con el charrúa goleador nos metimos
en Gandhi,
había una mesa llena con los libros
de Juanele.
¡Quién le puso Juanele!
¡Esos rosarinos que no conocen el río!
El Enzo se llevó los tomos de En el aura
del Sauce,
¡Y ahura era corrido por un sauce!
Un vendedor ato, con barba y pelo largo.
Salimos corriendo a todo lo que da,
el Enzo me pasaba el libro a mi,
y yo se lo pasaba de nuevo...
¡Otra vez Jesús! ¡la chota de la lora!
¡Se me pone la piel de gallina!
¡chui! ¡chui! ¡chui! ¡Que fresquete!
¡Jesús del mármol! ¡Jesús del mármol!
¡Vení gallinita! ¡Chilenita! ¡Vení que acá
tenés a tu stopper! ¡Pasá al líbero!!!
¡Vení a tu último hombre!
¡anímate al gol! ¡y te parto al medio!
¡vení gallinita! ¡vení que acá tenés
marca personal!!!
El lungo venía pisándonos los talones,
de repente al doblar por Montevideo
vemos el celular con las puertas abiertas
y Ricky, tratando de zafar de las peruanitas
¡Qué desgracia!
Era la única manera de perderlo
al lungo ése,
¡Qué si nos agarra nos mata
y nos entierran con Juanele!
Así que nos subimos de nuevo al celular
podés creerlo, Ricky, escapar
de un celular para volver a entrar.
¡Qué locura tan loca!
¡Qué gente!

AMOR DE COLECTIVERO

Así debe ser tu amor,
como el amor que siente el colectivero
cuando ve subir a la pendejita
de quince años.
Y no puede tocarla sus dedos no pueden
tocar nada mas que el volante
y sus ojos no pueden ver otra cosa
que no sea el vidrio sucio y empañado.
Así debe ser tu amor,
como todos los que aman en el Abasto
y sueñan con voltearse a esa pendejita
en los asientos traseros del 46;
mientras Papá va al volante.
Papá y sus ojos rojos y alcohólicos
de venitas blancas...
Papá y su vida volada
creyendo en el amor de Dios
en el Evangelio como única forma
de conciencia...


SUPERSTICIONES EN TORNO AL AUJERO
QUE DEJO EL 46

Estábamos pescando
el preso y yo con una caña
y una latita yena de lombrice
-creemos que no hay truchas,
tenemos fe en las truchas-
Pescamos pero nada pescamos,
pasamos toda la tarde y nada,
las truchas burlonas sacan la cabeza
y nos muestran las nalgas.
¡Malditas truchas!
¡De noche no podemos dormir pensando
en las nalgas!
Pasamos la tarde mirando el empedrado
de la calle Agüero
y nada,
tenemos hambre el preso y yo,
el preso que se escapa de la cárcel
en ambulancia,
el preso que aprovecha cuando
el sargento duerme la siesta.
¡De noche no podemos dormir pensando
en las nalgas!
Tenemos hambre,
las tripas nos relinchan
y nos comemos la lombrice.
¡Malditas truchas!
Veo a mi abuelo corriendo con su cola de plomo.
Veo a mi abuelo corriendo detrás de mi abuela,
con un hacha para arrancarle las orejas.
¡Para volarle los sesos!
¡Por rata inmunda, asquerosa, espantosa!
¡Ay, Dios mío que locura tan loca!
Abuelo la corre por toda la calle Yan-yoré
hasta que se sube a un poste de luz.
¡Qué vieja tan zorra!
Todos le dicen que se baje.
¡Abuela vas a quedar pegada!
Pero la vieja testaruda ésa, no baja.
El abue me llama y me pide querosén.
¿Trajiste? ¿Y fósforo para quemar a esta vieja cabra?
Abro los brazos y le muestro mis manos vacías:
¿De dónde? ¿De dónde?
El abue se caga de odio y me corre
¡por rata inmunda, asquerosa, espantosa!
me corre con su hacha
para sacarme las orejas y arrancarme los sesos.
Tengo hambre,
las lombrice me bailan en el estómago.
¡Malditas truchas!
Abuelo me corre y en la atropellada
tiro el cartel de Coto.
Ahora me corren furiosas
las cuatro letras de Coto
y mi abue con su hacha,
me corren por Corrientes las cuatro letras sangrientas.
¡Por rata inmunda, asquerosa, espantosa!
¡Qué bichas!
¡Qué cabras!


EL CASCOTE MISTICO

¡Dale grandote al pedo!
Eran las 3 de la mañana, los faroles
de la calle Agüero
apenas iluminaba el asfalto.
El mercurio incandescente se ponía
anaranjado, verde, amarillo, anaranjado...
Todo daba vueltas,
de repente, bajo la luna
la sombra de la chaqueña.
Los gatos la miraban abajo de los autos.
La chaqueña se paró en medio
del área imaginaria.
Todos le gritaban: ¡Corréte! ¡Chaco! ¡Corréte!
Nos juntamos para ver quién era el petiso
que estaba con la Chaco.
¡Era Maradona! ¡El de lo cebollita!
Los bolis se le juntaron como moscas,
para llamar su atención
hicimos un arquito con dos jaulas
de lechuga y un palo de escoba.
Diego le dió a la globa.
¡Qué bruto!
la mandó mas allá del Mercadito.
Diego siguió jugando con un repollo.
Pajarito lo corrió y lo calzó justo,
¡como avioneta sin ruedas!
y quedó medio mirando pa el este,
es decir para la calle Yan-yoré.
Un hilito de sangre brotó de un labio
y manchó el cascote.
¡La jeta del mejor del mundo!
¡La sangre del mejor jugador del mundo
sobre un cascote de mi barrio!
¡Qué locura tan loca!
Al cascote místico lo pusieron de recuerdo
en el sauna de Edwards.
¡Pasan las chicas y lo ven!
¡Pasa Laura Wittner y lo ve!
¡Cuidadíto! ¡Con respeto!
El solazo saba sobre la sangre
ya negra y seca del cascote.
¡La sangre del Diego!
¡La sangre de un cebollita!
El solazo seguía fuerte
como los paragolpes de la chaqueña.


LA MISION DEL JUNIORS


¡Llamen a la policía!
¡A dónde nos llevan! ¡Estamos siendo
secuestrados! ¡Llamen a la policía!
¡Les voy hacer un juicio!
¡Por daños morales!
¡No saben quién soy!
¡Esto es un abuso de la autoridad!
¡Les voy hacer un flor de aujero!
¡Soy amigo de Storani!
¡Quién les paga el sueldo!
¡Lárgenme!
gritaba la histérica de Ricky
dentro del celular con las 50
peruanitas y el Enzo.
Todas las peruanitas querían tocarlo.
¡Pobre Ricky!
Soportando el fuego
de la admiración Limeña.
El celular se detiene
en Corrientes y Montevideo.
Baja un gordo con la camisa
desabrochada: "¡Fujimori Pungista!
¡O te callás o te muelo a golpes...!!!"
Ricky se escudó detrás
de las peruanitas...
El Enzo saltó de mediador:
"¡Calmesé, Oficial!"
Y ligó,
por pajuerano,
un gomazo en los dientes
que lo hizo pasear
por todo el piso del celular.
¡Gordo quemador de grasas!
¡Tirá un poco para hacer torta fritas!
¡Andá a Slim gordo cara de concha
humectada!
¡Sargento de la grasa!
¡Cabo de la tiroides!
¡Qué te tiró de las patas!
¡Sargento García! ¡Comisionado Gordón!
¡Qué muñuelo! ¡señor Barriga!
¡Cuidado que ahí viene Quico!
El Juniors aterriza
sobre el techo de celular
y nos dice que subamos.
Sobrevolamos Corrientes
hasta la 9 de Julio y de un santiamén
llegamos al Palacio de la C.G.T.
El helicóptero se detiene
y el Juniors nos dice:
"Tengo una misión para ustedes,
tienen que rescatar a Pamela
La Nigeriana..."
El helicóptero dió un giro brusco
y ya estábamos volando
sobre
una bailanta en Florencio Varela.
"Tienen 3 minutos para traerla
a la Casa Rosada..."
El Juniors se elevó
dejándonos en medio de las
vías del Ferrocarril Mitre
a metros del Maxi Disco Bailable.



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