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Máquinas vastas, máquinas fastuosas,
máquinas enamoradas de su trivial reiteración
cíclicas, lineales o iterativas: igual, indiferentes
a la finalidad que les reclaman
órganos imantados por una sobrecarga de fines,
medios, causas y condiciones que nadie imputaría
a la voluntad sus
creadores
ni a la subordinación de los últimos que
creyeron en ellas
sumisión temblorosa a ritos, voluntad sostenida a
gritos, voluntad de unas máquinas tenisas por
expresión mas alta del amor en un tiempo
mecánicamente acariciado
en estos tiempos que pocas veces terminan de vislumbrar -en
sueños- los creadores que las
sirven
Máquinas superadas, despojos solitarios que
en lo obsoleto -su modo de morir- recuperan las
marcas de su
nacimiento
La voluntad
de sus agentes
la voluntad de los que crean dispositivos a semejanza de las
imágenes de su pasión
la voluntad de quienes los operan mientras esperan un
destino mejor
la voluntad de servir sirviéndose cada cual a su
turno del azar ordenado y el cálculo
la voluntad de la monotonía y de las sucesiones del
azar
y el cambio
El
cambio
el cambio y su repetición
los reflejos
Hay
máquinas pulidas que reflejan la luz deliberadamente
para evocar esa iluminación que no
deben referir sus
manuales
empecinadas, opacadas, fresadas, empavonadas, tibias, pavas,
apabullantes
máquinas relegadas a contener la
ebullición
o a detener el mundo en el instante en que incandece la
materia
Máquinas mudas, que callan o que, encalladas
en los baldíos que rodeaba el zanjón, parecen
a
punto de gritar
fósiles demasiado recientes: metas fraguadas en
metal, tempranamente desaparecidas
Máquinas irisadas, máquinas de contar
y máquinas que cuentan con tu pasión, o que
descuentan
el tiempo remanente de
un juego
juego de los poetas, o de los chicos, o de hombres grandes
que apuestan a los números, o a los
caballos numerados o a
códigos binarios que representan el resultado de
cotejar grupos de
once y once hombres
parecidos
máquinas de once sílabas medidas
falsa arbitrariedad de la medida de las formas
Máquinas indecisas que nunca se detienen
máquinas divididas que se montan en aniversarios y
catástrofes y devuelven por unos días a la
memoria el viejo tema de
la verdad
catequistas, instructores de vuelo, profesores de
filosofía: partes del todo remuneradas para
atenuar
el miedo
colaboradores de la prensa: remunerados para testimoniar las
virtudes del fraude y no se entiende bien qué tipo de
goce vinculado al fraude
colaboradores de Clarín: captados por las
cámaras para documentar una alegría de
servir,
aggiornatti
Poetas
y tantas otras máquinas multiplicadas por los efectos
de su mismo operar
maquinitas sumadas a un inventario de reserva: del edificio,
de la fábrica, del casco de la estancia,
de la sociedad
anónima que administra el taller
prudentes máquinas sociales que restan magnitudes que
no convienen al mejor curso de las cosas
máquinas de porquería de precios irrisorios y
diseño imperfecto que circulan por la cadena
invisible del comercio,
funcionan solo para provocar mas intercambio aún y
son un
complemento, un
comentario agregado al mundo que bien pudo no estar, o ser
otro y que
siempre puede
sustituirse por otro sin que nadie lo advierta
Máquinas irremplazables, apañadas por
lo peor
cosas dispuestas para cambiar estados de la materia, que
exprimen, condensan, extienden, muelen,
licúan, hacen un
jugo de colores, secan, succionan, llevan, acercan, traen
desde lejos
bien: máquinas de mover, o de permanecer y
detener,
o de procesar constantemente variaciones
ínfimas
Inalcanzable e incansable maquina humeante
humana
solo ella, por ser ella, revela lo peor: su entidad acotada
contrastando con la finalidad
incomprensible, las
metas invisibles, la consigna inaudible y borrada de sus
orígenes
siempre lo peor de estas máquinas fue su ser acotado
y ahora lo mejor y lo mayor de su destino es
la ininteligibilidad
tramposa del poema
y la de tantas otras máquinas que llevan pensar en
máquinas y haciendo creer en un mundo que
vibraría
ensamblado agrupan el terror a lo ausente, el temor a lo
imprevisto y súbito y el
temblor ante todo lo que
pueda excluir un destino común, concertado y
fácil
¡Ffahhh! ¡Ella sí es un máquina!
Mujer imaginada, maquina de repetir unos espejos que la
componen como materia en
el espacio
Las
cosmetólogas prometen simulacros de armonía
cósmica a la única cosa -lo humano-
que pudo imaginarla y
hasta burlara durante el ínfimo intervalo de
eternidad concedido a su
especie
las manicuras curan los efectos de máquinas creadas
sin prever un contacto frecuente con la
piel femenina:
superficie por y para el placer
las parteras procuran y cantan a su faena aún cuando,
mudas, se van plegando al control de una
reproducción que la máquina médica que
alienta el berretín de no morir ha vuelto
inconveniente
Los
maquinistas en los trenes miden sus penes con cintas
métricas de acero ultraflexible: otra
aleación de
materiales, que, como ellos, nadie previó y ha
terminado por parecer
indispensable,
natural
mientras los paralelos rieles quedando atrás, a un
mismo tiempo permanecen debajo y ceden a la
presión de las
ruedas acantonadas, ellos se inclinan sobre el tablero y
vuelven a medirse y
cotejan
parámetros y magnitudes, rito de sumisión a
las pasiones de la curiosidad y de la
utilidad del
número
el maquinista ha oído antes y piensa ahora que todo
ínfimo cuerpo crece con la velocidad
al cotejar la presión del vapor en las turbinas, el
torque de los émbolos y la puntualidad de los
servicios de carga y
pasajeros, semidesnudo, por un instante es dios, y es
máquina y
obrero, y hasta puede
llegar a ser un capitán o un mártir sin perder
su condición de
maquinista, testigo y
padre, ni olvidar las imágenes de acero que tallaron
en su alma día y
noches de
exposición a los reclamos de la publicidad
A
veces, al librarse del guante de amianto y hebras de acero
prescrito en el convenio, descubre
que durante la mitad del
turno permaneció guardada ahí esa mano
demasiado humana,
imperfecta y
frágil en contraste con las tuberías de
bronce, las bielas de acero y los bujes
de diamante de los
indicadores de precisión del tablero
entonces se figura enfrentado a un enigma, una
contradicción o quizá una paradoja: ya es
tarde y
no viene a su mente la
palabra que mejor calificaría la visión de esa
mano contradiciendo el
mundo
por eso deja que el enigma y su figura queden flotando
allí, indecisos, a punto de volver a
representarse o de
concluir disipándose como todas las cosas
mentales
El
maquinista sabe que algo suyo aguarda en la curva inminente
y que antes o después -da
igual- la señal
de vía libre anticipando la próxima
estación lo volverá a la rutinas de su
oficio: él
también es uno entre tantos únicos que
esperan
mira su mano, se dice "espero" y se pregunta: "si la mano es
mía y el brazo mío, y este hombro,
el pecho, el torso, el
otro brazo, tal como mis dos piernas y la cabeza y el lugar
que todas
estas partes ocupan en
mi cabina, son míos, entonces: ¿ quién
seré? ¿ también yo seré
mío? Y si soy
mío: ¿qué es esto que me tiene? ¿que
este mí que me hace suyo..?"
"Piensa" es una manera de decir, igual que "se
pregunta" : no es que él piense o se pregunte ni
que descuide su deber
para ubicar mentales signos de interrogación al
comienzo y al final
de sus dudas
son sus pensamientos, máquinas en libertad montadas
en tantos turnos de vigilar tableros
iguales, quienes como
los turnos, se siguen repitiendo al abrigo del aire tibio,
sostenidas
por la paciencia
templada en años de jamás pronunciarse
pocos maquinistas son capaces de tolerar que la duda, el
asombro y los enigmas reiterados, se
conserven intactos,
flotando en el aire viciado de la cabina y permanezcan
ahí sin mas
apoyo que la confianza
en un perfecto ensamble de máquinas que velan por la
seguridad de
la circulación de
máquinas
Recién este año aparecieron en el
pueblo la nuevas máquinas de revelar:
automáticamente, y sin
la intervención
del personal, alcanzan los mas altos standard de calidad,
precisión en el
registro de brillos y
contrastes y fidelidad a todos los colores integrando
complejos niveles
de
ejecución
físicos
químicos
mecánicos
informáticos
como si en Japón las hubieran dotado de ese ideal
griego de justos medios que cuatro esdrújulas
crecientes y
enigmáticas, acaban de venir a evocar
son máquinas que no se venden y en las que ni el
emprendedor mas optimista se atrevería
arriesgar su dinero
hay un representante que concede los derechos de uso a
cambio de un compromiso de compra de
insumos químicos
y papel de ampliación respaldado por una suma que se
deposita a cuenta
de los pagos de
royalties y contribuciones impuestas por el régimen
de "franchising" que
encuadra el
negocio
Son
máquinas concebidas para funcionar sin
interrupción durante años cumpliendo los
standards
de calidad verificados
en el acto de entrega
pero recién alcanzan sus standard de productividad y
rentabilidad cuando en cierto ámbito
confluye su
perfección mecánica con el auge del
hábito de reflejar el mundo: un hábito de
las familias que la
oferta de revelado mejor a menor precio y las
campañas de publicidad
previstas en el proyecto
aspiran a precipitar
son máquinas llamativas, que funcionando en las
vidrieras de comercios y galerías predican
con insistencia
mecánica el carácter visual del mundo y el
privilegio de quienes consiguen
arrancar una imagen al
arrasante tiempo
Esta no es
una ciudad: la cabecera del partido es un pueblito de
provincia
hoy, aquí , una de estas nuevas máquinas
japonesas consiguió reveló en menos de media
hora
cuarenta y seis rollos
con millares de imágenes del viaje de los egresados
del industrial a
un centro
turístico de las sierras, dos rollos que registran
obsesivamente el juego amoroso
representado frente al
espejo del hotel de la ruta por una pareja que las
vendedoras de la
galería
identificaron como un matrimonio de odontólogos, tres
rollos con ciento dieciocho
tomas de las mejoras
técnicas que el nuevo arrendatario incorporó
en el campo de
Urquillo y uno con
treinta fotos sobrexpuestas y seis bastantes claras tomadas
minutos
después del
descarrilamiento en la curva de Lamadrid
esas imágenes reflejan mas la precipitación de
un amateur que la desesperación de los
sobrevivientes de la
tragedia
ni la verdadera magnitud de esa escena -dantesca- ni la
frialdad con que sobrevivientes y testigos
saquearon y desnudaron
cadáveres y heridos, serían advertidas por un
extranjero que viese
las fotos sin saber la
verdad, o por cualquier vecino que, volviendo de un tour a
Disney
World, haya pasado la
semana sin ver diarios argentinos ni noticieros de
T.V.
Tal vez
alguna de las grandes editoriales de Capital se decida a
comprar estas tomas imperfectas
pero de indudable valor
periodístico: hoy todos por aquí andan
preguntándose cuánto serán
capaces de ofertar por
estos negativos
cualquiera sea la suma, no paga el tiempo del veterinario
Repsing, que hacia mas de un mes que
tenía esa
cámara en la guantera del Land Rover porque nunca le
llegaba el momento de
devolvérsela al
amigo de su hija
el muchacho la había dejado en la butaca trasera a
volver de un bautismo
las pocas veces que Repsing recordó la cámara,
andaba por la otra punta del pueblo, lejos de la
chacrita del amigo de la
hija; durante semanas, cada vez que pasaba por el lugar
venía
apurado, o andaba "con
la cabeza en otra cosa"
Volvió a pensar en la cámara, como si
le encendiera una lámpara, recién esta
mañana, cuando
tuvo la suerte de bajar
a la ruta por la curva de Lamadrid cuando el rápido
descarrilaba y la
locomotora
parecía levantar vuelo empujada por un ruido enorme
que parecía venir de mas
allá del
cañadón del otro lado de la vía
sacó todas las fotos en menos de cinco minutos y cada
vez mas preocupado con la idea de que la
máquina
podía tenía el rollo mal puesto o que el calor
de los últimos dias pudo haber
estropeado el rollo o
los propios mecanismos de ese aparato que manejaba por
primera vez
Ahora
confirma que la cámara y el rollo estaban bien, que
él hizo lo mejor que pudo, y que lo
único de lamentar
era ese tipo de película ultrasensible que le
recomendaron al amigo de su
hija para las fotos del
bautismo
el chico habia pedido que le dieran un rollo especial porque
el bautismo se hacíaen una capilla
de mala muerte donde ni
el cura alcanza a leer las letras grandes del misal por la
poca luz
que sale de las
lamparitas, allá arriba, en la punta de esos
caños de cemento chorreado de
cera que dan
impresión de ser grandes cirios o velones a los que
miran desde lejos
Si
alguien llega a comprar esas fotos, pague lo que pague, no
cubrirá el valor del recuerdo que en
el momento de tomarlas
Repsing se grabó para toda la vida, ni el precio
irrisorio del
revelado de las
fotos
pagan la suerte y el privilegio quien, a tiempo, pudo
disputarle una imagen al tiempo
esa máquina de arrasar todo que ojalá ya mismo
vuelva a caer en el olvido porque de lo contrario
no podré
recordar
Olvidémoslo ahora que el principal de turno
del destacamento toma declaración al imputado por
la catástrofe, y
vuelve a pedirle al señalero que repita sus dichos
porque su máquina de
escribir, una Olivetti
de los años cincuenta, tiene unas tabulaciones que
traban el carro
cuando llega a la mitad
de cada renglón y no apareció nadie se anime a
tratar de arreglarla
desde el mediodía está tecleando dichos de los
testigos que vieron al hombre a veinte o treinta
metros su puesto -la
casilla del curvón- agachado, en el pasto, ocupado en
lavar, o arreglar
o revisar algo de la
parte inferior de una máquina de fumigar acoplada a
su autito amarillo
El imputado
repite que la gasificadora no es suya y que nunca la vio y
que mal pudo haberla
acoplado a ese Citroen
que ni fuerza tiene para repechar la barranquita de la
Shell,
que medio mundo sabe que siempre para cargar nafta sube a
pata a la Shell
que el encargado siemnpre tiene que prestarle un
bidón para que baje a la banquina, llene el
tanque, y que si no pasa
si no pasa un conocido en tractor o en auto, vuelva subir a
pata
la barranca para dejar
el bidón vacío en la garita del surtidor
insiste reclamando que llamen a los playeros de la Shell o
al mecánico y que pregunten si falta a
la verdad
a gritos reclama que manden a buscar a los que dijeron que
el Citroen estaba a treinta metros de la
casilla y que se lo
repitan en la cara
que llamen a todos lo que pueden tener fumigadoras con
trailer y les pregunten donde estaba
guardado esa
mañana y que averigüen en todos los boliches y
en el supermercado si alguna
vez lo vieron tomar o
coprar botellas que no sean de aceite o pepsi cola o de
cosas para el
baño
vuelve a hablar de la democracia y pide que hagan venir a
técnicos de la jefatura de policía y
que le hagan pruebas a
ver si en las manos encuentran huellas de grasa o de
cualquier cosa
que pruebe que estuvo
arreglando máquinas
que hagan traer de Buenos Aires un detector de mentiras y
peritos que entiendan de ferrocarriles y
que traten de revisar
los antecedentes y el prontuario de los testigos que
inventaron la
historia de la
fumigadora acoplada al Citröen|
Como una
máquina indiferente, la mujer del poema viene del
gabinete de su manicura y no
sabe ni debe saber que
el silencio que descubre al llegar es el sonido del esa
maquina de
arrasar todo cuya
existencia ignora, y que, para ella, han traducido al girar
de dos agujas
en la pulsera de oro y
titanio que rodea su muñeca
actuando como supiera, en una decisión calculada
cotejando horarios y planificando cada uno de
los actos que debe
ejecutar después, opera el control remoto del
televisor
ni mira la pantalla: solo intentaba dar noticias de su
llegada y que la sala y la planta baja se
llenen con voces y
efectos musicales que representan con bastante fidelidad el
registro de
los micrófonos de
estudio de un programa de entretenimientos de la
Capital
Sin
escuchar las voces y esos aplausos y griterios grabados que
agregan par aque el publico
parezca mas numeroso, o
mas comprometido, la mujer enumera mentalmente las
rutinas
previas al baño y
todo lo que debe preparar para la fiesta
no sabe que durante las próximas horas, mas de la
mitad de sus cuidados se aplicarán a la
conservación de
los efectos del trabajo de peluquera, manicura, y
cosmetóloga y que
destinará menos
de la tercera parte de su energía al las rutinas de
bañarse, vestirse, terminar
de pintarse y
maquillarse que componen ese plan en el que se supone
totalmente
concentrada
mas tarde tendrá que derivar buena parte de esa
energía al control de los arreglos de su vestido
y
de la expresiones de su
cara y al permanente chequeo de los efectos que de
tantas
superficies sobre los
invitados que después lo transmitirán al fondo
la vida social del
pueblo
El hombre,
sorprendido por los diálogos de la televisión,
la estuvo mirando, -quizás creandola-,
y piensa que
también ella es una maquina,
Se dice
que sí, que ella sí es una maquina, pero una
maquina fastuosa, equivalente a un
automóvil que
consume la mitad del combustible solo para para magnificar
el control de la
presión de aire
en uno de los neumáticos traseros
piensa que eso es lo bueno de los humanos: su irregularidad,
su asimetría, la desmesura de
consumir fuera de
cualquier propósito de equilibrio, fuera cualquier
pretensión de armonía
entre las cosas
Piensa eso,
pero allí donde el que escribe elegiría las
expresiones "automóvil", "neumático", y
"trasero" se representa
las palabras "auto", "ruedas" , "de atrás" mientras
ve imágenes que
refieren cada nombre
como en el curso de una sucesión de
relámpagos, flashes, fotografías
sobrexpuestas tomadas al
azar por un aficionado
ve manos, ve un tren, rieles, ruedas acantonadas que
chispean girando sobre los rieles, después
ve un solo riel fijado a
los durmientes de quebracho con clavijas de hierro dulce,
y
después el perfil
de otro riel que cede y se curva levemente bajo el peso de
las ruedas
y ve matas de pelo a coloreado -teñido-, un estampado
búlgaro sobre una superficie de seda gris,
el brillo de la seda, la
forma de un auto con un solo neumático fuera de
escala
sobresaliendo del
guardabarros y el vestido de seda revelando las curvas del
cuerpo de la
mujer en un solo lugar:
la cadera
evoca el ruido de la seda al frotarse y casi llega a
componerse mentalmente, bajo la seda, la
imagen de la cadera
desnuda de la mujer cuando una nueva sucesión de
sirenas, en la ruta,
le recuerda el accidente
y el ir y venir de camilleros, médicos y periodistas
en el hospital
vecino, que
mostró el noticiero del mediodía locutado
desde un estudio de Capital, a mas
de cuatrocientos
quilómetros del pueblo
Alguna vez,
el maquinista debió haberse masturbado en su cabina
representádose una cadera
semejante, bajo un ruido
mucho mas intenso, pero menos perturbador
parte blanca de la mujer: maquina erigida como
vacilación entre el nacimiento del muslo y la
piel tensa y delicada
que cubre la cadera y revela la dureza del hueso apenas unos
pocos
milímetros
debajo
"tierra de nadie entre piernas y vientres", piensa, "nada
impediría que me masturbe ahora
pensando en ella bajo el
atronador murmullo de la seda, imaginándome a la vez
el ruido de
la seda y el improbable
sueño erótico de un maquinistas y el silencio
espectral de mundo
que potencia el horror
estas sirenas desafinadas"
pero piensa que no debe distraerse, que debe permanecer
enfrentando al sentido que pocas veces le
parece tan claro, para
afirmarlo y evitar que como tantas veces, se disipe hasta
confundirse
con el aire de la
trivialidad
imagina un conjuro: una danza pautada, cuya ejecución
desplazaría su cuerpo por la casa
ubicando en cada espacio
la palabra correspondiente
la música respondería no a las palabras, sino
a algo que ellas aun no terminan de referir
Y escucha,
se oye:
"fijando la
atención en un punto
de esta tierra de
nadie
de la mujer, de la
provincia, o de la historia
-cadera, etapa o pueblo:
cualquier detalle da lo mismo -
identifico el punto y
alcanzo al mismo tiempo las palabras
"neumático"
"cadera"
"estilo", "señal"
"barrera",
"pueblo",
"maquinista" y "justo"
cada una de ellas se apropia de un tramo
de mi conciencia,
y la serie que forman, todas
las presenta una a una
y una a una las devuelve a esa nada
que eran
Pero,
si contemplo ese cuerpo
desnudo, y puedo
conservar la conciencia
también desnuda de palabras
y eludo la tensión
que me exige ya, ya
identificar lo que veo
ya, yo
sigo consciente de mi ver
y solo de mi ver
de mi ver sin objeto,
de este ver tan vacío como nosotros
dos horas antes de la fiesta
donde mas, aún, mas que antes
mi conciencia también
desaparecerá
"¿Si?"
" "¿Contemplo", "¿Yo? ", "¿Qué?" se
pregunta, y agrega las preguntas a eso escrito
que alguna vez
volverá a leer como un mecánico amateur que
revisa el dispositivo que
improvisó con
restos de otras máquinas dispares, y que,
milagrosamente, parece a punto de
funcionar
y se piensa preguntándose: ¿Debo dejar estas
imágenes suspendidas bajo la eternidad y en la
nada,
en el mismo aire donde
flotaron los pensamientos de maquinista, en este aire
hogareño,
que como el aire
imaginario de la cabina solo existe por una
concesión, un pacto, una
exigencia narrativa?
¿O debo permitir que vuelva mi voluntad bajo la forma
del deseo que provoca esta imagen y,
sin ceder a una
satisfacción que lo disolvería, fundirme a
él como una duda que nio debe
disiparse en el
tiempo?
¿Actuar para satisfacer este deseo no
equivaldría a alcanzar por mera precipitación
las palabras
que refiere una imagen
que, por nombrada, desaparece?
¿Podrá el poema ser la figura de un relato?
O: ¿Podrá otro hacer las veces de una
máquina, como un deseo ajeno y lector, y reflejar
solamente el resultado de su máquina invisible de
regular, el peso de la convención, lo
invariable?
Junio 1997
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