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Prox.

 Marcelo Eckhardt
         Nació en 1965, vive en Trelew, Chubut, publicó cinco libros: El desertor (una novela sobre Malvinas, 1992); Látex (una novela de monstruos estéticos, 1994); Radio la lengua (poemas y relatos, 1995); Trelew (fragmentos de ensayos, 1997) y Ya fue (narraciones, 1998). Están por publicarse: Nítida esa euforia y un libro de ensayos literarios (Zero). Tiene dos libros de poesía inéditos: Psicofármaco (1989) que aquí reproducimos en forma completa y No me acuerdo (1996).

 



PSICOFARMACO

                                                                              a la Gran Maritchka


andás dando guerra y temblás
gastándote en relámpagos
tu gracia mete miedo mi amor
dejo de beber tu licor
que huele a tormenta
de viejo estilo
                                       Indio Solari, Ropa sucia.

no me atrevería a decir que están equivocados pero tengan la seguridad
de que tampoco voy a afirmar que estén en lo cierto.
                                       Thompson, 1280 almas.

Tropezando en las arboledas de neón.
                                       Jim Morrison, Soul kitchen.





Hugo gime en sueños
Mimí tiene prendedores como símbolos
botas y medias y minifalda negras
lee cartas de su amante padre alcohólico
Alfredo escribe: "soy tu capitán
te mando en cana y tiempo al tiempo"

en la orden de la negritud ellos lloran de risa
quieren descoser a dentelladas
las cicatrices de una doncella

hubo pulgas en la casa de Alexis
y él les escribió relatos secretos
nunca podrá fabricar ese laberinto de tela
la luna nueva es bella gin y video
(red wind) sin embargo, John Dalmas
niega esta belleza
y hay que empezar de nuevo

T. no tiene el hacha
para partir el lomo de los libros
no tiene el suficiente dinero
para incendiarlos

en la orden de la negritud lloran de risa
besan objetos de valor en lujosos pisos

no importa el año actual (1989)
y el desierto sigue, hay que olvidarlo

final mente el viejo mundo
está cansado de tus huesos

Alexis sueña con Shirley en San Pablo
y se despierta en su pieza
abominable
en la orden de la negritud
suenan guitarras psicofármacas

Alejandrina toma vino bueno
ellos le hacen preguntas sobre el amor
ese cuestionario 1924 surrealista
ella contesta con lengua redonda

Andrea no suelta la carcajada
nadie puede reirse así como así del arte
nadie puede reirse artificiosa mente del arte

en la orden de la negritud concuerdan
las locomotoras son la fuerza única de la construcción

como el olor de la comida
en la zona de la boca
le dice minotauro a danaide héroe ángel
el lento hundimiento de las cosas
el lento hundimiento de las cosas más queridas
objetos últimos, inapreciables
cuál es la luz que los acompaña
a la nada concreta?
aura de olor
limítrofe a lo único

casi obreros de Bowie
conversan mirando la obra en construcción
llueve al ritmo de sepulturero
hablarían de distorsión, comidas
coitos, efectos, afectos

en la orden de la negritud lloran de risa
cuando confundís luces por luna, vas y entendés
la posibilidad de lo que se llama construcción

la mirada rara se normaliza
en la distracción de la ternura, cuando

lo que se llama ocaso
se refleja en un cartel de publicidad
en los automóviles de la autopista
en los vagones de un tren gastado
en las lentejuelas que retoman, además, al viento
lo que se dice ocaso
sombrea un árbol sobre la pared lateral
de un edificio

Mimí le pide prestado a Echeverría
por dos horas su matadero
y tiene un tiburón en la bombacha

un trozo de ángel, el culo de danaide,
las piernas de un héroe menor
son redimidos a fuerza de cataratas eléctricas
en las calles perfectas de Argirópolis
(cara geométrica de Ciudad Oculta
el laberinto del progreso
la estructura espectral de los mayores
el diálogo de Sarmiento)

bienvenidos al laberinto
radio el beso y radio la lengua
boca mecánica
calle parecida al deseo
que no halla empiezo
escalera de voces
el minotauro argentino plañe guitarras
bienvenidos al laberinto

Evangelina sodomiza a Roberto
entre gritos carta ur targo
y dice: mushio bolero
se pegan un par de cuchillazos
y llaman al hospital
luego, contarán sus cicatrices
alguien lee en el calendario 3
ginebra: veneno de la experiencia
caída por más de los objetos

en la orden de la negritud ellos lloran de risa:
se lee la receta del corazón al vino
si lo vomitan -se dice- vean las partes del amor

el Echeverría se salta su sangre
se hace su contorno de historieta cruel
pare crimen el muchacho de culo prieto
en la vereda, un marlowe táctil
gusta gotas de sangre tibia
chupa huellas, chupa huellas
una raya de sangre chupona
huella de finales borrados
lo desjarretado ya no queda

María se toca la zona de la boca
dice: acá, acá empieza la hemorragia tamilánica

Armando afila
una antena de televisión
sus brillos deben contener las sangres
los zarpazos rasgan como fósforo
y el hombre gato empieza a hacerse
una hermosa colección de cosas de carne

cuando Lucía lo jodió, cuando Lucía lo jodió

entre borbotones de su vino susurraba
como en el cine mudo, todo al revés
en vez de correr se queda quieta
en vez de gritar saca una navaja
me corta las orejas y quiere charlar
hubiera sido mi último trabajo
iba a instalar la antena en la terraza
para ver los noticieros de las 9
susurraba: de las 9, de las 9

en la orden de la negritud lloran de risa
ni ahí

Estela ve en los graffitis
las señas de un laberinto que no viene

Miguel está meado por los dinosaurios
todo mal
se fugará a Marruecos
jeque, travesti de harén palestino
jinete de camellos depresivos
todo por nada
y a mear en piedras antiquísimas
esas pastas densas como velos
velos brillos de labios

descubrían la canción de sus días
a 18 minutos del sol
barro tal vez en memoria de José Ortega
héroe de Malvinas, dicen
dicen: "se cansó de matar gurkas"
entre desatormentándonos y 1982

simulacro de bombardeo
falsa alerta roja

figuras de enfermeros para soldados sin piernas
o repletos de bolos fecales como pelotas de fútbol
su pachuli sus pañuelos sus cadenas
sus pulseras de hilo sus pantalones
debieron quemarse en los fogones de verano
la ruta del rock
hay nada entre el valle y la poesía
hay nada entre el mar y la poesía
utopía amortiguada
ea, se terminó el final
y sigue la púa en las últimas rayas del vinilo
hay nada y 1982

en la orden de la negritud ellos lloran de risa
entre desatormentándonos y 1982, la patria
¿dónde se comió el pescado rabioso?

abandonáte criminal
abandonáte más acá mío
abandonáte criminal, abandonáte

las guitarras psicofármacas todo mal
rompen percepciones
la continuidad de la vena mata objetos

Romero baja la manija de emergencia del subterráneo
huye de esa hora hasta otra hora
esto que ya viví
un par de veces
no puede darme nada
las luces ni ahí
ni el llanto delirado
sin lágrimas
ni tampoco la nada
síndrome del enigma

antes de pordiosero fue pensionista maniático
antes de pensionista maniático fue espía conservador
antes de espía conservador fue un joven funcionario
antes de funcionario degustó
antes de degustador fue un sueño de hambre y odio

la madre anciana y el hijo viejo miran el charco
el charco de sangre surtido por un tajo de vena
por un gato enloquecido de celo
miran el charco
el gato no entiende nada

las guitarras psicofármacas todo mal
rompen filtros

todo mal, todo mal
empieza el festín

no hay nada terrible
ya 200 puñaladas o 1000 disparos
no hay nada terrible
ya increíble soledad
en el listado novelesco la mueca (terrible)
la cámara espejo ya (terrible)
la escalera de emergencia de blue velvet
los 7 pisos de vestida para matar
la receta del miedo es industrial
le decía Romero al asesino moribundo
enfermero íaco ¿la niña resultó lucifer?
te enamoró en la persecución
los pequeños accidentes de la cacería te cebaron
un corte aquí, una caída allá
¿ella rió o es el shock nervioso?
¿tu rigidez es cadavérica?



LA PLUMA

No hubo lava del volcán de nombre oriental y profano que haya detenido a 1000 grados centígrados la fiesta oficial -dioses incluidos- de radio Bangkok, a lo pompeya para que los arqueólogos puedan percibir usos y metáforas. O no pasó dios disfrazado de pordiosero pidiendo comida ante un banquete de faisanes desplumados, cuellos de jirafas, lomo de rinoceronte, ubre de leona, ni castigó la terrible gula zoológica con la sepultura de aquella ciudad canalla. Ni como Nagasaki. Finalmente, el maharajá no fue Nerón. Radio Bangkok ya no está, la última de las ciudades utópicas argentinas, el último laberinto de voces escaleras.

es una jirafa de boulevard
varios cuellos para la sed y los cuchillos
sueña sabanas fluorescentes
descansa de un festín de carne cruda
es un camello veterano de espejismos
olfateador de la nada nómade
se nos va haciendo un turbante onírico
en el que podremos secarnos el sudor frío
es la foto pegada aquí (cuarto miserable)
boca de cuchillazo
camello soñador
todavía querrá construir esas máquinas eléctricas?
y tiene dos jorobas
una de signos bestiales
otra no de sus voces
baila el rock desértico

cantan a gritos algún que otro estribillo
dentro la innumerable construcción
dentrolportland desértico
los arcos voltaicos marcan en la celosía
lo que se dice y nombra mundo antiguo

tu boca provoca
foto pegada en el cartel
de este cuarto miserable

alguien cae a través de objetos ginebraicos
T. hace cuentas
su viaje hacia ninguna parte
sigue siendo muy quimérico
y llora el muy imbécil
y no puede secarse con el turbante acoplado
del camello veterano que por azar
nos sueña necesidad



LA PLUMA II

El suicidio de altura, vale decir, la muerte desde edificios (oh frágiles seres que le lloran, rápidamente, a estructuras gastadas por la niebla familiar, como gotas a fachadas captadas en la cámara lenta) se decide y define por la inversión de planos. Vale decir, abajo de este balcón hay un entrañable baldío -sin malezas ni yuyos-, hay 3 árboles, hay envases plásticos y de cartón hay: detergentes, condimentos, gaseosas y la tapa de una lata de dulce que en su reverso dorado me dio la visión de soslayo: un cielo al óleo, un horizonte con envases flotantes, un plano ya vertical que su astro de lata refracta.
Bueno, cambia el espacio, la gravedad y la entrada a un nuevo mundo oscurecen las viejas lógicas de la vida y de la nada. También, la grabadora de los golpes de los cuerpos extraviados contra ese horizonte puede marcar ritmos.
No hay horizontes, no hay límites que no sean los reales. La búsqueda de la nada es una venganza irreconciliable.
Vale decir, la más pequeña falla, en mi caso, produce la fosforescencia del vacío, parecida a aquellos carteles fluorescentes comerciales que colorean las calles centrales.

vigila y quiere morirse
duerme en los arcones de Paseo Colón
3 perros como piedras sujetan la frazada
es horario justo no combustible

una fogata de pordioseros bajo el puente
banquetes zoológicos
prohibidos hocicos
altar de sangre nula, sin víctimas aparentes

esa fogata a velocidad de tren

obras improbables
ni fuera cicatriz, las líneas
ni imaginar la celosía horadadora
su boca ya mecánica reitera esía
(derrota semejante a la bohemia media)

se le enferma a H. la raja
entre los labios y los dientes enarnenados
de su sonido bajito bajito
ssh: grighgrigh

la vaca histórica, desjarretada
muge muda: en su arena gutural


risas de muertos famosa mente trágicos
siguen sonando en nadas construidas
en portlands desérticos
como fósforos suaves
sobre la sabana laberíntica

en la orden de la negritud ellos lloran de risa:
una cámara lenta capta la fulgura
confluye la luz de octubre
el viento en las cortinas empapadas:
eso sos, una cámara lenta
enfoca ya fue

catalina culmina chupando limones
sitiada, el limonero la alimenta
de todas formas
hipercatólica permitió
delitos fliares
olvidó hasta la misa de gallo
chupa y rechupa limones
la visitadora social la derivó al psiquiátrico
el limón es sagrado
Catalina murió de contrabando
un tanto nn fliar
su cajón -repite Nilda exculpando- era de pino barato desclavado



SI HUBIERA METROPOL

B. escribe: imagino a Apollinaire ya nocturno, ya satisfecho, embebido, ya fornicado, inclinado, acorde, interesado sobre los papeles y libros, pluma entre dedos tibios, en su luminosa buhardilla de la empinada calle Voltaire. Desde sus ventanas podíase ver el año 1910 -¿se dan cuenta de ello?-; leyendo las novelas del divino marqués, estudiando a los biógrafos del malvado; apilados, los presumidos libros competentes, todos ellos, libros, apócrifos...
Ahora resulta que fisgonear es moderno -farfulla el espía conservador mientras ajusta el catalejo hacia el culo de B.-. La tela débil de su bombacha dejaría entrever su enarenado ano, si el catalejo pudiera ajustar más las lentes -funcionan a full-, si el espía conservador no tuviera taquicardia, mientras b. levanta su cola y roza su vulva enarcada por la tela caliente y humedecida como un soslayo turbia mente alcoholizado y la apoya en su pierna doblada; el viejo se va en seco y el catalejo se sacude.
Ahora el espía conservador está en el bar, dice: nunca mires ventanas, nunca. De allí provienen mis desgracias. Al comienzo uno recita "ventanas encendidas!"...luego, vas y entendés cíclica mente lo pavoroso. Ves el culo hecho whisky de d. Una vez vi como dos enfermos se acuchillaban: destrozado de nervios y pavor llego hasta la ambulancia y ¿sabés lo que hacían los degenerados? se sonreían y se tiraban besitos con las manos llenas de sangre. Otra vez enfoco un velorio, enfoco mejor y no...era un festín de derrotados. La música no se oía pero a saber por los cuerpos convulsionados, era patética.
Hacían pactos, declamaban: había una enajenada que recitaba con los ojos azules (de contacto) hacia el cenit del cielorraso; sus tetas (de siliconas) muy paradas y llena de prendedores que brillaban a contra luz ¿sabés lo que decía? -leo los labios-: Echeverría dame tu matadero, dámelo. Inmediatamente fui, me presenté, expliqué mi situación (hasta llevé el catalejo) y me sirvieron okelele (cerveza más gin). Bailé esa música horripilante (stooges) y me nombraron socio honorario y vitalicio de la orden de la negritud: mi número es el 1004.
La última vez que miré por el catalejo fue cuando "documenté" un suicidio: seguí la caída y grité. Doné mi catalejo -sin lentes- a los pordioseros del puente. Lo utilizamos para acomodar las brasas de los asados.

mariquita se calzó las botas
con espuelas de rouge
llenó el tambor de su colt de coral verde
dos cintas de balas dum dum como una x
le cruzan la remera
su blue jean está sobreajustado
la zona de la boca está saturada de okelele
las gafas, el sombrero marlowe
los aros, su peinado nuevo
indican la carnicería del amor

la primera linterna fue a la frente de peñita
su ex cabeza rebotó contra el manual de derecho
mariquita soltó una carcajada podrida
otra linterna en la espalda del turco
-vió venirse la pared y llameaban sus hombros-
y dos linternas a m.
una por cariño: baby, simulacro
salió al pasillo y apuntó
a la mitad de la puerta del depto b
del estampido brotó un hueco y del hueco
el grito y del grito
el hueco del estómago de f.
mariquita retratado en el oval destructor
farfulló:
no hay que mirar desde lo pequeño, esquenun

ya don Miguel subía por la escalera
apercibía el ruin la carnicería
y quería obviarla el ruin
y ponerse a contabilizar
ahí nomás mariquita cierra un ojo
frunce los labios
y le quita la pierna
don Miguel ve volar su pierna y le enloquece
la imposibilidad de buscar su pierna y subir
a hacerse el perro sarnoso
al flanco de mariquita
queda el viejo grasiento
aullando de dolor sangriento
hubiera saludado a mariquita que bajaba a trancos
a soltarle un linternazo
al culo fenomenal de don fermo
y convertirlo en el paralítico del frigorífico

aparece mariquita en la vereda zambulléndose
enviando una serie de linternas
hacia la frutería del turco fesán
vuelan pilas de pomelos, mandarinas y uvas
fesán pretende salvarse aunque una dum-dum
rebota en una pila de sandías petrificadas
y le rebana la yugular
paquito -su ex-ayudante- ríe y masculla
las dum-dum son resentidas jefe haw haw
y se muere de viejo nomás, de pura solidaridad

mariquita mata murciélagos, focos eléctricos,
hilos de agua, gatos y personas felices
hasta dar con mueca, su beldad:
frente a frente, sólo ansias
mariquita saca de la x la bala besada con rouge
ehyeyey, como en la película rita 45
le dice cariñosamente el mueca
y la linterna le da al filo de su corazón
ni lo mata ni lo vive, ese fragmento
le lamemuerde los latidos:
no suenes mucho, mi amor
le dice mariquita y a trancos se va
para no volver nunca jamás

a. baila solo. Joy Division
como un cazador dispara su cuerpo tras
la percusión, la lengua del bajo,
la guitarra futura o la voz casi muerta
sólo en el cuarto cortado por la nada de luz
pega sobre la chapa de los galpones
como un palo en parches
y corta fuerte los ventanales
-cazarte en danzas que caen
cuerpos en movimiento- le había dicho b.
te voy a capturar

el hocico a full parece desorientarse
se reconcentra en la huella, la inyecta y eyecta
como un objeto y suprime
sigue, vuelve, apresura y abisma
ahora desgrana como esa parte borrosa del sueño
o el teclado con huellas de melancolía 1938
degusta y aumenta el olfateo
viene en vinilo

los belfos receban en flashes dejados

llueve dentro el galpón de retiro
una lluvia moja los andenes
y los vagones iluminados de ventanillas vacías
llueve
y sería festín

la lluvia tajea los reflejos eléctricos
en el asfalto mojado de la avenida
miles de automóviles de luces blancas se fugan
los cortes de JD son parches
las manchas empañadas hacen la calle mojada
la lluvia sobre la percepción en vigilia
borronea los arcos ginebraicos
las ventanillas empañadas del ómnibus
forman un fragmento continuo
las entradas a las avenidas anchas
a los bulevares sin nadie
a los parques vacíos
los falsos faroles alumbran la lluvia
las copas remarcadas de los árboles empapados
la lluvia, gafas mansas, la vigilia de t.
JD suena: parches, manchas
heridas voltaicas

las entradas a avenidas anchas
sostenidas por hilos de mercurio
la cabina del ómnibus tiene algo de cabaret
una nota secuenciada o una velocidad
en sí misma, acelerada
lo pierde a t.
oscuro en un ómnibus frenado bajo un puente

en la orden de la negritud ellos lloran de risa
los picos de bonus le hacen bien a t.

la afasia táctil
se ubica el brote de la herida, cuando

una vieja hace su show de mujer orquesta
trompetea una corneta de plástico
y golpea con dos palos, hileras de chapitas
un envase de detergente, latas y cartones
y para hacerse la payasa se golpea la cabeza
al mismo tiempo que emite graznidos

t. escribe: me sequé las lágrimas
con servilletas de papel.

las alas desplegadas aletean las telas
y producen sonidos como cuerda puta
"¿qué soy sino una cuestión de biblioteca?"
las luces, cromaturas extrañas,
también deambulan como formas laberínticas
la percepción ganadera y culta de M.
sobre las sábanas empapadas de un ocaso
perdido en el laberinto
la percepción electrificada
de héroe danaide o ángel
sobre las sábanas empapadas de una madrugada
fugada en el laberinto

Betty pone cara de pobrecita
en varias fotos fliares
y descubre una mañana contra su puerta
la bolsa negra
con forma y altura humana
que despide un dulzón hedor
se acerca en cámara lenta rompe el nylon
hacia la zona del rostro
y una masa de musgos y gusanos aparece
como un coro de grillos o niñitos felices
luego, junto a vecinas, arrastran la bolsa negra
con forma y altura humana
compuesta de pan lactal podrido
como si fuera un cadáver
un cuerpo del delito
aunque la gracia del juego
fuera colocar esas bolsas-cadáveres
en las puertas de casas frágiles

Alexis prepara la receta
de un paté afrodisiaco árabe
un chihuahua asesinado por disgusto
sazonado con especias del espejismo número
dentro un coco empapado de anís
y atado con hojas de palmeras

al fermento

la sangre, el deseo, es otra cosa, donde

escabullo, escabullo -dice b.
con sus labios, con su boca, con su lengua

donde, donde





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