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 David Wapner     escritor, músico y titiritero, nació el 28 de diciembre de 1957. Reside en Israel desde 1998. Tiene publicados varios libros de literatura infantil (el último, Interland, Sudamericana, 1999) y uno de poesía, Bulu-bulu (Libros de Tierra Firme, 1987). En 1993 la revista La Trompa de Falopo sacó una edición limitada de Tragacomedias, que aquí se edita junto a su complementario Sacrificciones. Más poemas de D.W. E-mail del autor: vafner@shani.co.il

 


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LA PLAYA


Diecisiete o dieciocho episodios titiritescos para ser actuados o leídos por títeres, personas o similares. (hay una voz que lleva una relación de los hechos, pero no se indican mayores precisiones y no se le ofrece nombre).

Prólogo

Parece que aquí no hay vestigios de de nada.
Este lugar no existe.
Sin embargo, estamos aquí.
Mejor dicho, otros están, nosotros no.
Que es lo mismo, los otros dirán "nosotros no estamos, ellos están"
De cualquier modo, este lugar es ficción.
Oh: aquí veo una huella que viene.
Y más atrás, dos personajes.
Que tambien vienen.
Llegaron.

ESCENA UNO

Personaje 1
Italia, Francia, España.

Personaje 2
Argentina, Uruguay, Brasil.

Silencio. Se miran.

Personaje 2
¡Egipto,Libia, Etiopia!

Personaje 1
¡Australia, Nueva Zelanda, Nueva Guinea!


Personaje 2

Ja-pón, Viet-nám, Hong-Kong.

Silencio. Se miran.

Personaje 2
¿Y por qué me dijo éso?

Personaje 1
Porque no me alcanza ni para el boleto del colectivo.

Personaje 2
No importa, tómese una vacaciones.

Personaje 1
¿Cuándo?

Personaje 2
¡Ahora!

Personaje 1
¡Dónde!

Personaje 2
¡Aquí!

Personaje 1
¿Aquí? ¿Qué es aquí?

Personaje 2
Una playa.

Personaje 1
No me gusta la playa. No me gusta la arena.

Personaje 2
Esta playa es de harina.

Personaje 1
¡Hubiera empezado por ahí! ¡Tirémosnos ya mismo, disfrutemos del sol!

Personaje 2
Encantado:

Se tienden al sol. Silencio.

Personaje 2
¿Por qué hace ésto por mí?

Personaje 1
Mañana se va a enterar.

Silencio.

ESCENA DOS

Personaje 2
Mire aquel tipo que pasa por allí.

Personaje 1
¿Cuál?

Personaje 2
Ese conn un montón de cabezas que le salen o brotan de todo el cuerpo.

Personaje 1
Cuántas.

Personaje 2
Cuántas qué.

Personaje 1
Cuántas cabezas tiene el señor que está usted viendo.

Personaje 2
Quinientoscincuentamil.

Personaje 1
Entonces es "Anselmo el Múltiple", el hombre más poblado del país.

Personaje 2
¡No puede ser!

Personaje 1
Lo dice el último censo.

Personaje 2
Pero Felipe Fiesto tiene seicientos cincuenta mil habitantes.

Personaje 1
Tenía. Emigraron unos trecientosmil en los últimos diez años.

Personaje 2
¿A dónde emigraron?

Personaje 1
A "Anselmo el Múltiple".

Silencio.

Silencio.

ESCENA TRES

Personaje 2
Silencio... no hable por un minuto..

Personaje 1
...

Personaje 2
¿No oye una música?

Personaje 1
...

Personaje 2
¿Por qué no me contesta?

Personaje 1
Usted me dijjo que no hable.

Personaje 2
Ahora puede hablar.

Personaje 1
No oigo música alguna.

Personaje 2
¿Está seguro?

Personaje 1
En un noventa y tres por ciento.

Personaje 2
Yo tampoco oigo nada.

Personaje 1
¿Está seguro?

Personaje 2
Es usted un títere más seguro que yo.

Personaje 1
Apenas un uno por ciento.

Personaje 2
Seguro.

Personaje 1
Segur.

ESCENA CUATRO

Personaje 1
¿No tiene hambre?

Personaje 2
¿En qué lugar?

Personaje 1
En usted.

Personaje 2
En mí, pór supuesto que sí. Desde hace una semana.

Personaje 1
Venga. Levantémosnos. Si caminamos en aquella dirección, encontraremos un lugar en que se vende comida de playa.

Personaje 2
¿Nos sirve a nosotros?

Personaje 1
Es muy probable.

Se levantan.
Van.
Llegan.
El boliche tiene un cartel que reza "COMIDAS LISTAS PARA SUFRIR", "DESPACHO DE MENTIRAS".

Personaje 2
Veamos, ¿qué es éso que está en aquel plato?

Personaje 1
Tiene un cartelito, "EMPANADAS DE CARNE ENCERRADA".

Personaje 2
Me caen mal al corazón.

Personaje 1
¿Y el "SANDWICH DE PRESO SIMPLE"?

Personaje 2
No, me sube la prisión.

Personaje 1
¿No le apetece una porción de "PIZZA CONDENADA AL QUESO"?

Personaje 2
¡Jamás! ¿Qué quiere? ¿Que me quede tuerto?

Personaje 1
¡No! Sólo me queda ofrecerle "ZAPATITOS REYENOS".
Esa es comida para reyes, yo soy ateo.

Personaje 1
Entonces...

Personaje 2
Es al cuhete. Vámosnos, ya no tengo hambre. Apreovechemos el sol.

Personaje 1
¿Cuál?

Personaje 2
Cualquiera.

Se van caminando por la playa.

ESCENA CINCO

Personaje 1
No esté más de acuerdo. Mire un poco en sus manos y suspírese más que bien.

Personaje 2
Pero, estas instrucciones que usted me da, ¿son parte de mi bien o, por el contrario, son un veneno que ya no puedo contrarrestar?

Personaje 1
Depende de los anticuerpos que haya elaborado en su aburrida vida de pavo.

Personaje 2
Si usted me dice pavo me está prejuzgando, entonces yo no creo en sus consejos.

Personaje 1
Haga usted lo que quiera, yo sólo le advierto que su vida está en peligro.

Personaje 2
¿A qué nivel?

Personaje 1
Le repito, depende de usted y de sus reflejos de pavo.

Personaje 2
Usted no se da por vencido e insiste en humillarme. Usted es malo, malo, malo.

Personaje 1
Seré todo lo que quiera, pero se debe a que su sóla cercanía me da pavura.

Personaje 2
Yo... sólo soy un títere impávido... Y usted se burla de mí.

Personaje 1
No me burlo, no me burlo. Pero no lo puedo evitar. Usted es tan zonzo, tan venido a menos en su externo humano.

Personaje 2
Disculpe... no quise ofenderlo.

Personaje 1
Yo sí.

Personaje 2
Disculpe de nuevo.

Silencio.
El sol ya no dora los cueros: los perfora y les produce quemaduras de segundo y tercer grado. A esta altura de la solazón ya no existen ungüentos recomendables para evitar la chamusqueada. Con todo, este desastre no es obstáculo para que se preserve la blancura general del paisaje.

ESCENA SEIS

Personaje 2
Remolinos allá en el fondo.

Personaje 1
Contramolinos en el doble fondo.

Personaje 2
Repiqueteos de tormenta en aquellas nubes inquietas.

Personaje 1
No me siento identificado con ninguna de ellas.

Personaje 2
Ya le van a caer todas juntas por el alma.

Silencio.
Está todo tan pasado de vueltas que podría caerse el sol sobre la harina y ser tomado como un bollo más para ser pateado o en su defecto comido con dificultad. Efectos ópticos a la orden del día. El sonido es vulgar, basta con imaginar las voces de los personajes.

(Los personajes cantan, cada uno algo diferente, con desafinación y letras difíciles de comprender. Cuando arriban a un éxtasis se abate sobre ellos un chaparrón y enmudecen).

Personaje 1
El día más ultramontano aún no ha llegado.

Personaje 2
No, no, no.

Silencio.

ESCENA SIETE

Personaje 1
Viene la noche, viene la noche, huyamos.

Personaje 2
¿Viene la noche? Me quedo.

Personaje 1
Muy bien, quédese solo, a ver cómo se las arregla.

Personaje 2
No tengo inconvenientes en monologar. ¿Cuándo regresa? ¿Mañana?

Personaje 1
Cuando amanezca usted me verá. El sol es inmutable en su función. Adios.

Personaje 2
Adios.

Silencio.
Personaje 1 se va. Personaje 2 queda solo.

 
MONOLOGO DE P2

Si el sol no me diera tanto en la nariz, admitiría que soy feliz. Pero esta ampolla que se está apoderando de mi ocico creo que es mal presagio. Si fuese una milanesa tendría el futuro asegurado. Pero no soy una milanesa aunque sea un cuerpo de carne enharinada. Para ser milanesa se debe ser lonja o filete revolcado en huevo y atolondrado luego con harina o pan rallado. A veces me siento así pero un transeúnte me dijo que no. Aunque un perro famélico casi se decide por mí. Aquel fue el momento en que más dudé. Al final, quizá por piedad o repulsión, se fue en busca de basura. Ahora, yo me pregunto, ¿qué querrá de mí este otro tipo? Debe desear mi cerebro. ¡Sí, sí, se aprovechará de mí! ¡Me va a atravesar las fosas nasales con una pajita hueca para sorberme los sesos! ¿Qué puedo hacer para defenderme? El otro día lo presentí. Yo me sentaba acá y el allá. No nos movíamos de los sitios que nos habíamos asignado. Era una hora avanzada de las vacaciones. El miraba al cielo y a sus pies en forma alternada. Entonces, yo sentí un fuerte dolor en los senos paranasales. Algo me taladraba el olfato. Yo me soné la nariz y cuando observé el resultado perdí la esperanza: allí, depositados en la tela estampada que yo usaba como pañuelo, estaban los grumos inconfundibles de la materia gris. Aunque en seguida me dí cuenta de que se trataba de una alucinación, comprendí lo que era una premonición evidente: sobre mí se cernía una amenaza de violación nasal. De inmediato cubrí mi nariz con el pañuelo y sentí un grito: era yo y mi nariz ulcerada. ¡Maldito sol, maldita estrella mediana! Allí fue que él me dijo: "Correcto, así es, al sol le quedan cinco mil millones de años de vida. Pero usted no se haga ilusiones. Este polvo de harina está hecho de ingenuos como usted". Comprendí que la amenaza provenía de él. Me agredía con sólo estar a mi lado. Debía contraatacarlo y no tenía las armas adecuadas. Me daba vergüenza de mí mismo. Si tuviese un espejo me daría trompadas hasta romperme los dientes. Aunque una situación tan ridícula favorecería sus planes. Además, debía proteger mi nariz tan maltratada. ¡Porquería de día interminable! ¿De qué noche habló ese renacuajo? ¿Quién vio alguna vez anochecer? ¡Ojalá arriben minutos de oscuridad! Sería un alivio y podría pensar. Me bastaría un minuto sin luz para tomar una decisión que no me atrevo. Ahora caigo en la cuenta de que fui engañado. Pero él es estúpido y va a volver, porque el día no tiene fin. Ahi viene. Tiene un cucurucho en la cabeza. Está muy flaco. Esta harina no es maná. Estamos sonados.

Personaje 1
Hola.

Personaje 2
Hola.

Personaje 1
Volví.

Personaje 2
Bienvenido.

Silencio.
No se miran.

Personaje 2
Qué vio.

Personaje 1
Espejismos.

Personaje 2
No es de extrañar. La insolación es un efecto inmediato e inmanente.

Personaje 1
Sí, sí, ya sé, no me lo recuerde, pero qué quiere que le diga. ¿Quiere que le mienta? ¡Muy bien, le miento! Yo caminaba por la harina. Debí haber recorrido varios kilómetros o millas, si usted lo prefiere así, cuando arribé a una frontera. Era la primera vez que me enfrentaba a ella y no sabía qué hacer. Había dos centinelas que portaban un fusil al hombro y mientras uno iba, el otro regresaba por la misma línea demarcatoria y punteada. No me animaba a hablarles, pero al final les dije: "eh, señores". Se detuvieron con un taconeo y uno de ellos respondió: "Si usted se refiere a nosotros, no somos señores, somos centinelas". Su voz me hirió los tímpanos. No obstante, insistí: ¿Podría, podría yo cruzar la línea limitativa?". Ellos, que habían reanudado su ida y vuelta, se pusieron muy irritados. Recuerdo —qué duro que es esto— que me apuntaron con sus armas: fue nuy agresivo de su parte. Yo creí que iba a morir en esa instancia y casi lo hago después de oír sus palabras: "¡Usted ha dicho limitativa y la expresión correcta es limítrofe! ¡Usted abusa de las palabras! ¡Quiere confundirnos en forma deliberada para infiltrarnos con su ponzoña! ¡Usted juega con las palabras, las amanceba y al final las violenta en su intimidad carnal! ¡Puaj! ¡Deberíamos escupirle con estos fusiles que, como usted sabe, están en posesión nuestra! ¿Y sabe por qué no lo hacemos? Porque usted se transformaría en un engrudo asqueroso que nos daría repugnancia ver. ¿Y sabe cuáles son los efectos que produce el asco en nuestros estómagos? Muy feos efectos. Nuestros estómagos delicados no pueden permitirse tan grave espectáculo. Nosotros nos amamos. Nosotros nos cuidamos, No, no, no. Usted no pasará". Así hablaban pero yo ya casi no oía. Mis oídos estaban taponados con cera. Era mi otitis crónica que recrudecía. Entonces, me volví. ¿Qué le pareció?

Personaje 2
Que todo lo que usted acaba de contarme es mentira.

Personaje 1
No: fueron espejismos.

 

Silencio.

Personaje 2
Pero usted debería saber que yo sí atravesé una frontera.

Personaje 1
Desconcertante. Yo no sé de qué piel está hecho usted.

Personaje 2
De una muy diferente a la que yo vestía antes de atravesar aquella línea fronteriza. Destape un poco sus orificios y escuche con atención. El mundo que yo vi era impalpable. Por más que me esforzaba en asirlo, se me esapaba de las manos. Y no era de harina como esta playa. Era... de lo que son o fueron las cosas alguna vez. Bueno, así era lo que vi detrás de esa frontera que, sépalo, no me costó nada transgredir porque les pagué, les pagué a los guardias con... usted ya sabe. Como le iba diciendo, aquel era un mundo resbaloso, los sonidos se me escurrían por las patillas. No obstante, yo caminé por una calle de allá. Como la calle no tenía rumbo, me extravié. Traté de orientarme pero no podía agarrarme de ninguna señal que dijese "HACIA ALLI". Pronto, hasta el suelo desapareció como referente. Aunque no me hundía y éso era lo que más me daba vértigo. Hice un alto para poderme relajar. Cuando casi me dormía, apareció una mujer desde un flanco que no percibí. Me dijo "hola", pero yo no la oí. Ella sí que me oyó y me dijo "paciencia", pero volví a no oírle. Yo respondí "me esperan" y mis palabras fueron chupadas antes de que pudiesen llegar hacia ella. A pesar de todo, ella alcanzó a responder "que espere quien te espera". Ya me costaba discernir si yo oía o no. Como no tenía nada que perder, me jugué y le dije: "Si me está invitando a algo que le pertenece, acepto". Aunque fue lo mismo que si no dijese nada, ella habló muy roja de rabia: "De qué presumís, infinito pedazo de nada". Y se esfumó. De golpe oí todo lo que ella había dicho y reaccioné, pero ya no se podía hacer nada. Luego ocurrieron otros sucesos, como animales fugitivos, montañas animadas, accidentes de tránsito, perlas transminadas de orín. Y la vuelta, no sabe lo que fue la vuelta...

Personaje 1
S...

Personaje 2
¿Me oyó?

Personaje 1
¿Adónde quiere llegar con esas imágenes reblandecidas?

Personaje 2
Eh... yo... no...

Personaje 1
Olvídelo. Tengo hambre y no puedo seguirle. Tengo sueño de tanto ambular. Durmamos.

Personaje 2
Usted, también, usted...

Personaje 1
Durmamos.

Silencio.
Pasa una bandada de patos que rasa el suelo.
El aleteo de las aves levanta una polvareda de harina.
Cuando ya terminaron de pasar y dejaron de oírse los graznidos, los personajes están semienterrados.
Esto no les impide seguir durmiendo unas horas más.
Si ellos hubiesen sabido que por encima de ellos pasó una bandada de patos.
Para qué especular. Lo que está sucediendo es demasiado grave como para gastar energías en suposiciones vanas.
La playa, la playa. Silencio.

ESCENA OCHO

El mar.
En algún momento no precisado, el mar se alejó de la costa lo suficiente como para no ser visto.
Tenía vergüenza de que lo viesen picado de viruelas, con algunos pocos peces fieles a su causa que lo masajeaban en su lecho para activarle la circulación tan amainada.
Entre estos se encuentra el tiburón rayado.
Este es quien se comió al Personaje Tres antes de que entrase a escena.
Silencio por él.
Silencio.

ESCENA NUEVE

Asoma un lomo negro.
Es posible observarlo a cuarenta metros al sudeste del sitio en donde reposan los personajes.
A cada segundo se eleva y aumenta su volumen.
Lo curioso es que, a medida que se va dando a conocer, no salen patas ni otros accesorios vitales o decorativos. Sólo se ve un gran lomo que crece a un ritmo veloz.
En un momento avanzado de la jornada la mole ya tapa buena parte de la luz.
Es notable cómo palpita, es como si dijese "no soy un promontorio rocoso, no soy un pliegue teuctónico: soy de carne y dentro mío bulle grasa".
El que lo ve dice "en cualquier momento hace erupción". Y no se equivoca: un día en que ya se ha elevado por encima de los límites del escenario, un cráter perfora la cumbre de este cuerpo inverosímil y con un ruido fenomenal vomita las porquerías más recónditas. Tres días dura el cataclismo y al cuarto, lo que fue lomo o mole ya es una vejiga desinflada.
Luego, una marea lo traga.

Personaje 1
Soñé que me tragaba un volcán...

Personaje 2
...

Personaje 1
...y me decía "hijo mío volviste".

Personaje 2
¿Y usted trataba de huir?

Personaje 1
No. Me sentía muy cómodo.

Personaje 2
¿Pero huyó o no?

Personaje 1
Usted bien sabe que no.

Silencio.


 
ESCENA DIEZ

Personaje 2
Alguien un hombre me dijo que hay un sesgo irreal en todo esto que estamos viviendo.

Personaje 1
Macanas, yo disfruto mucho. El hombre que le dijo eso no existe.

Personaje 2
Sí que existe.

Personaje 1
No, no, es imposible.

Personaje 2
Yo lo conozco.

Personaje 1
No puede ser.

Personaje 2
Una vez lo vi. Y me dijo muchas cosas. Me produjo grandes emociones. Me dijo que la vida era bonita. Me cantó algunas melodías inolvidables. Me recitó relatos exquisitos. Me describió el aroma de los mejores muslos de mujer que conoció. Ensalzó los efectos alucinógenos de los hongos que crecen en la bosta de buey. Bellos consejos, yo conocí a ese hombre.

Personaje 1
Siento decírselo, pero aquel hombre está muerto.

Personaje 2
¿Pero usted sabe a quién me refiero?

Personaje 1
Por supuesto, usted habla de aquel hombre de cabello hirsuto y mirada penetrante...

Personaje 2
...amplio pecho y genitales abultados...

Personaje 1
...pierna izquierda musculosa y derecha ortopédica...

Personaje 2
Ese es el hombre. El que hizo felices a miles de damas.

Personaje 1
Y caballeros también. No hay que cerrar los ojos ante la evidencia. El hombre tenía bien ganado sus lauros. Trabajaba como un caballo y era devoto de su tierra.

Personaje 2
¿Y qué le ocurrió al hombre?

Personaje 1
Se ahogó.

Personaje 2
¿Adónde?

Personaje 1
En el mar.

Personaje 2
¿En este mar?

Personaje 1
No, en el otro.

Mejor no hablar del otro mar
Mejor olvidarlo.

ESCENA ONCE

En este charco donde capotó un gran barco, ayer salió a flote una caja y estaba vacía.
Maldición, el tesoro, la última ayuda de ultratumba se esfumó.

ESCENA DOCE

Títere y títere yacen en harina.
Sal en el aire sazona la piel.
Títere abre los ojos y recibe noticias del sol: está fuerte y peligroso.
Títere siente agujas en la carne y cierra los ojos.
Pero la paz no es con él. La luz, además de manchas verdes y rojas en la retina, ha dejado otras secuelas. Algo se fue por las fosas nasales. Un dolor mordió el entrecejo. Algo se licuó en el gañote. La luz es excesiva. Es imposible mensurar cuánto lastima. ¡Voluntad de hierro! No. El títere es inmutable. Hasta que el sol disponga lo contrario.

Títere de noche apresado en argamasa.
Abre la boca y se llena de melaza negra.
Se debate, las manos en el cielo pringoso.
Las estrellas, algo más refinadas, no valen gran cosa pero llenan, empalagan.
La noche agrede en forma inversa. Cura heridas y cada cicatriz revive ella y su alma individual.
Cada vez que amanece, el títere está frito.

"Cómo fui a dar a este lugar.
Alguno me ha hecho pagar alguna deuda y me cobró en bolsas de fuerza moral. Piltrafa, me vine aquí. Por qué no hablar de la felicidad. Los días de oro están el algún sitio. En la parte álgida del volcán. El forúnculo de lava y cascotes que apareció un día en el culo del mundo. Romualdo Zurita tenía razón y se clavó una aguja en la lengua. Luego pedía "sogcogggo".
"Más me conviene enyenarme los fueyes de aire. Una vez no hará daño. Un pulmón una vez me dijo: 'Dejo un alvéolo como herencia para mis hijos, es lo único que me dio tu economía, maldito sea el pus que se ganó'. Otro pulmón, el que mira hacia atrás, me emplazó: 'No me mandés más los vientos del hogar. Guardame compasión' ".
"Yo conversé mucho con mis huesos. Estaba al tanto de cada fuga de calcio, casi lo convencí de que le diera la oportunidad a mis muelas. Casi transo con mis huevos. Casi me arranco los ojos. Todo era una maniobra distractiva del cerebro traidor: el ceño cómico aprovechó que me reía y me robó una rodilla. Yo cantaba una canción en la bemol menor con séptima disminuída, tácticas desleales de yo conmigo. Pero para qué soplar mis penas en esta playa junto al mar. ¡Alegría junto al mar! ¡Harina sin levadura! ¡Pan ácimo de Dios a los perdidos en el polvo! ¡Al viento las plegarias y la virgen que no parió!".

Silencio.

ESCENA TRECE

Silencio, que dos fornidos monigotes bambolean en la noche con luna. Uno dice "la luna lululú" y el otro lo niega y le abofetea la nariz. El espectáculo continúa con una escena de amor confuso y una luz que no llega a iluminarlos. Luego viene el acto de malabares. Trozos multiformes de materia de sus cuerpos pasan con gracia de una mano a otra y de marote a marote, de a pares y tríos. El resultado de esta actuación es una nueva y tergiversada versión de sus apariencias físicas. Pero el momento más logrado es el de las "acrobacias trapecistas"

—¡Hop, aquí!
—¡Hop, ya fuí!
—¡Colgate de aquí!
—¡No llego, estirame la pata!
—¡No puedo, contracturé!
—¡No importa, lo mismo me tiro!
—¡Ay, caemos!
—¡Infeliz, nunca te entrenás!

De la rama de un árbol circunstancial pende una hamaca circense, el escenario de las hazañas de Margarito y Carolito.
Mientras Margarito a gatas aferra una mano al caño del columpio, Carolito se le cuelga de los pies y lo muerde en un tobillo. Margarito sacude con violencia la pierna afectada y hace volar a Carolito, quien cae de bruces a la harina. Margarito entonces se le arroja encima, culminando la actuación con una violenta manifestación de vigor.

ACTO COMICO

Margarito
Carolito, mirá esta papa.

Carolito
A ver, a ver...

Margarito
Tomá! (un sopapo).

Carolito
¿Por qué me hiciste esto, Margarito? ¡Yo te voy a dar!

Margarito
¿A ver? ¡Dámela, dámela!

Carolito
Como no! ¡Tomá!

Margarito esquiva el bofetón con un quiebre de cintura y de nuevo es él quien pega.

Margarito
¡Tomá!

Carolito
¿Por qué siempre me pegás? ¿Yo que te hice?

Margarito
¿Vos? ¡Nada! ¡Venga un abrazo!

Carolito
¡Está bien, voy al estrecho!

Margarito
Oooleee!

Margarito esquiva y descoloca a Carolito, metiéndole a continuación una zancadilla que lo hace caer de nuevo a la harina.

Margarito
¡Tomá, bolsa de papas!


Carolito
Maldito, vení, ayudame a levantar!

Margarito
¡Cóoomo nooo! ¡Agarrate de mi mano!

Carolito
¡No! ¡Me vas a hacer trampa! ¡Acercate vos!

Margarito
¡Creeme! ¡Hop! ¡Creeme! ¡Te prometo amistad eterna amigable! ¡Vamos, animate! (lo toma a Carolito de la mano) ¡Upalalá!

Margarito tira con fuerza y suelta enseguida al reincorporado Carolito quien, en virtud del impulso, sigue de largo para dar con su cuerpo de bruto en el suelo:

Margarito
¡Tomá!

Ahora Carolito llora y sus lágrimas, al mesclarse con la harina, forman un engrudo que, sometido al perforante calor del sol, se transforma en una galeta crocante que Margarito devora con avidez.

Un minuto de sosiego.

Está por concluir el espectáculo.
Los monigotes transpirados se exprimen los trapos y se suenan los mocos.
No se sabe si aquello que rueda por arriba es el sol o la luna y si aquello que silba es el viento o un canto de ballenas.
La gran carga del cielo se agita ante la tormenta inminente.

Dos peleles hacen pis y caca en un hollo.
Y llega el final:

Margarito
Vamos, Carolito! ¡Vámosnos de esta playa! ¡Vamos, Carolito, dame un bechito!

Carolito está ofendido.

Carolito
¡No!

Margarito
¡Sí!

Carolito
¡No!

Margarito
¡Quiero ser amiguito!

Carolito
¡No!

Margarito
Entonces, ¡vamos!

Carolito
Andá vos adelante!

Margarito
¿Yo? ¿Estás loco? ¡Vos andá!

Carolito
¿Por qué siempre yo?

Margarito
¡Porque sí! ¡Tomá! (un sopapo).

Se van, Carolito por delante, Margarito por detrás. Margarito le da patadas en el traste a Carolito:

Margarito
¡Tomá!

Carolito
¡Ay!

Margarito
¡Tomá!

Carolito
¡Ay!

Margarito
¡Tomá!

Ya se fueron.
La función se ha acabado.

Títere.
¡Títere!
Títere duerme la mona.

ESCENA CATORCE

Personaje 1
No provoque.

Personaje 2
¿Qué?


Personaje 1
No provoque en mí una reacción.

Personaje 2
¿De qué me acusa?


Personaje 1
De provocar en mí una reacción inesperada.

Personaje 2
¿Y acaso qué esperaba?


Personaje 1
Yo esperaba paciente, no tenía apuro...

Personaje 2
...


Personaje 1
...tendido en la playa, sin llagas que lamentar, oliendo la farsamar, terminando una digestión de días pasados...

Personaje 2
Yo creí que lo acompañaba en su sentimiento.


Personaje 1
¡No! ¡Usted estaba demasiado en la superficie! ¡Es más, hasta creo que voló!

Personaje 2
¿Que yo volé? ¡No me haga reir!


Personaje 1
No le hago reir; estoy dotado de un sentido del humor defectuoso; en cambio, usted es una risa, ¡una risa que vuela!

Personaje 2
Ya me está incomodando.


Personaje 1
Entonces, córrase un poquito.

Personaje 2
Me es imposible, una inmensa roca granítica de siete metros de alto por nueve de diámetro me lo impide, ¿por qué no se corre usted?


Personaje 1
Porque acaban de construir pegadita a mí una réplica de la Muralla China.

 
Silencio.

Personaje 2
¿Nos querrán echar?


Personaje 1
¿De la playa?

Personaje 2
Sí.


Personaje 1
No lo había pensado.

Personaje 2
Piénselo.


Personaje 1
Ya estoy pensando.

Personaje 2
¿Le falta mucho?


Personaje 1
¿Para qué?

Personaje 2
Para terminar de pensar.


Personaje 1
Si usted me sigue interrumpiendo, sí.

Personaje 2
No lo interrumpo.


Personaje 1
No se moleste, ya terminé de pensar.

Personaje 2
¿Y que pensó?


Personaje 1
Pensé... en mi madre.

Personaje 2
¡Pero eso no era lo que usted debía pensar!


Personaje 1
¿Qué? ¿Acaso usted trata de censurarme? ¿Se arroga la facultad de decidir lo que debo o no debo yo pensar?

Personaje 2
Pero no...


Personaje 1
¡Usted es un...!

Personaje 2
¡Usted se equivo...!

Personaje 1
¡Yo no me equi...!

Personaje 2
¡Usted se...!

Personaje 1
¡Pe...!

Personaje 2
¡T...!

Personaje 1
¡F...!

Personaje 2
¡...!

Personaje 1
¡...!

 
Silencio.

Personaje 2
Creo que nos quieren echar.

Personaje 1
A mi nadie me echa de aquí.

Personaje 2
A mí tampoco.

Personaje 1
Yo sé por qué está usted aquí.

Personaje 2
Yo sé por qué está usted aquí.

 
Silencio.
Oscurece en La Playa.

ESCENA QUINCE

Personaje 2
Yo sé por qué está usted aquí.

Personaje 1
Yo sé por qué está usted aquí.

Personaje 2
A ver:

Personaje 1
A ver.

Personaje 2
Usted está aquí por lo que era.

Personaje 1
Usted está aquí porque su fea.

Personaje 2
Usted está aquí por renegado.

Personaje 1
Usted está aquí por repetido.

Personaje 2
Usted está aquí por amarillo.

Personaje 1
Usted está aquí porque su sangre.

Personaje 2
Usted está aquí por pisahuevos.

Personaje 1
Usted está aquí por manuscrito.

Personaje 2
Usted está aquí por carne blanda.

Personaje 1
Usted está aquí por mutilado.

Personaje 2
Usted está aquí por monocorde.

Personaje 1
Usted está aquí porque sus ojos.

Personaje 2
Usted está aquí por apariencia.

Personaje 1
Usted está aquí porque vinieron

Personaje 2
Usted está aquí porque perdía.

Personaje 1
Usted está aquí porque era tarde.

Personaje 2
Usted está aquí porque esa noche.

Personaje 1
Usted está aquí porque un momento.

Personaje 2
Usted está aquí porque siempre.

Personaje 1
Usted está aquí porque jamás.

Personaje 2
Usted está aquí por animal.

Personaje 1
Usted está aquí por unos metros.

Personaje 2
Usted está aquí por prometido.

Personaje 1
Usted está aquí porque traición.

Personaje 2
Usted está aquí arrepentido.

Personaje 1
Usted está aquí mejor me voy.

Personaje 2
...

Personaje 1
Mejor no me voy.

Personaje 2
Yo sí me voy.

Personaje 1
...

Personaje 2
Mejor no me voy.

 
 
Ni siquiera un viento.

ESCENA DIECISEIS (EPILOGO)

Personaje 1
Yo sé cuándo voy a morirme.

Personaje 2
Cuándo va a morirse.


Personaje 1
Ahora voy a morirme.

Personaje 2
Pero su rostro aparenta salud. Una tiza envidiaría su blancura.


Personaje 1
Blancos eran los cabellos de mi abuela pero lo mismo falleció. Blancos eran los dientes de Louis Armströng y compruebe cuán fallecido está. Yo padezco una enfermedad: el cancer blanco.

Personaje 2
Yo no sabía.


Personaje 1
Yo tampoco. Pero ya me resigné. Moriré de blancura total.

Personaje 2
Pero debe existir un antídoto... una vacuna...

Personaje 1
Contra el blanco nada puede. El blanco debilita. El blanco vence. El blanco... la harina... la harina.... la playa... adiós...

Personaje 2
¿Adònde va?


Personaje 1
Le estoy diciendo con mis setecientas voces que me estoy muriendo. Yo estilo una despedida cuando muero, nada del otro mundo. En el otro mundo ocurren cosas muy diferentes. En éste se dice adiós. Por última vez, adiós... ya no respiro.

Personaje 2
Cómo que no, oigo con claridad su jadeo, usted...

Personaje 1
No soy yo, no soy yo.

Buenos Aires, 1990, 1995


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