UN PASILLO POR DONDE CIRCULE VIENTO FRESCO
Está esa luz
entrando
las cortinas
se mueven apenas
un poco de aire cambia de lugar.
No hace tanto calor.
No se puede gritar, en esta sala
no se puede gritar ni poner
música ni prender 105 ventiladores
de techo como quien prende, así,
ventiladores de techo, dice la enfermera.
Ni recibir visitas.
Se va, el paraguayo de la ocho
se va, se lleva su colección de diarios
viejos, su bolso. Lo viene a buscar
la novia, que toma clases de inglés los sábados
a la mañana en una parroquia de Palermo.
Se va, se detiene frente a mi cama. me saluda.
Me deja desodorante, papel higiénico, jabón sin usar.
Esa luz
entrando
cortinas
un poco de aire cambia de lugar.
Un día que puede ser catorce de enero, cuatro.
cuatro y pico de la tarde, el sol entero
en el techo del taller de al lado, miércoles.
¿Y si viene mi hermano y dice
acá adentro no podés seguir? ¿Y si no viene?
¿Y si viene pero se queda parado
en la puerta de la sala,
pitando un cigarrillo, sin querer entrar?
Afuera hay dos tipos de gente, es lo primero que dice
mi hermano: están los que a las tres de la mañana, en medio
de una tormenta) salen a conseguir monedas,
cervezas; están los otros, dice. Además policías
se sacan los chalecos naranjas, se ponen impermeables oscuros.
Dice todo esto como si fuera muy importante, le creo.
Aquí, o acá, nada fluye: todo está mas bien estancado.
Las moscas se turnan para dar una vuelta,
no creo que llueva hasta la noche.
Una luz
un poco de aire cambia.
Hace un rato me pareció que Miguel, el paralítico
de la siete, andaba con ganas de pedirme
algo. Le iba a decir si no quería
que lo saque un rato al patio pero después
pensé mejor no. Que reviente, rengo de mierda.
Luz
un poco de aire.
No puedo empujar el humo del cigarrillo
hasta el fondo
porque en el fondo
apenas
hay una sombra pinchada.
Luz
aire, aire
El doctor no me mira
mira a sus colegas
dice si,
está mejor, bastante
bastante mejor
los colegas
asienten
juntan las cabezas
se acomodan
anteojos
miran
la radiografía
un pulmón flamea en blanco y negro.
HUMO EN REMOLINOS LENTOS, CAFÉ
Domingo a la noche
en la mesa de un 24 hs.
hay que quedarse muy
quietitos
le dice es todo muy leve
y a la vez
filoso
mismo la palabra
leve
parece a pto. de salir cortando.
En estos casos no molestan
esas luces de autos y colectivos
vacíos que doblan en la avenida
tampoco
esas conchetas mostrándose
fotos de sus clases de esquí en la mesa de al lado.
Es sabido que los americanos
no saben
de café y sin embargo
acá hay gente que les copia,
Hay algo
sí
algo
lento en el humo del cigarrillo
que asciende
en la noche quieta
acelerando al llegar a cierta altura.
Remolinos.
¿Alcanza con hablar de remolinos de humo
tabaco
y café frío en vasos descartables?
Así
liviana
la noche
se para encima de la mesa
se queda parada
así
Ancha
fresca
la noche entre nosotros quietos
así
el perfil iluminado de tu mujer
recortándose
sobre un fondo oscuro
que en días de sol debe ser muy verde.
UN APARATO MUY TRISTE
Quiero aprovechar un ruido oscuro
quiero aprovechar
la cara
blanca
de una madre
bajo la sombra raleada de una parra.
Son las once y a cada rato subo a la terraza para ver
los patrulleros saliendo del garage de la comisaría;
vacilante, uno llega a la esquina y antes de que el
semáforo se ponga en verde, el rati acelera y prende
la sirena. Algo de viento cruza en lentas ráfagas,
seca el poco de agua que resta de los chaparrones de
tarde. No hace frío y un amigo hablaría de cervezas
pero ahora estoy solo.
Quiero aprovechar
madre
la palabra
la cara
la penumbra de un recuerdo
un resto de ruidos
motores
la huella
la respiración
la boca
abierta
de una rubia sentada
en una cama
una noche
-un invierno-.
Hacia el fondo, hacia el centro, un movimiento en
espiral. Alguien habrá estado, pienso, temprano,
hojeando suplementos de espectáculos; eligiendo
entre avisos diminutos que prometían -gratis-
recitales y teatro. Alguien marcó un número de
teléfono y preguntó que vas a hacer, nada, salir
a comprar cigarrillos. Fumar.
Fumar en aulas
vacías
en paradas
de colectivos
fumar
nerviosos
tranquilos guardar
humo
en los pulmones
después
dejarlo ir.
en una sala
de hospital
una espera
una mujer
busca
fuego
pregunta
por fuego
a enfermeros/camilleros
no hay fuego
dicen
ha dejado de llover
piensa ella
y no hay fuego
no hay
a esta hora
kioscos abiertos
dicen
y ella piensa en muchas cosas
pero lo realmente preocupante es que no hay fuego.
Silencio.
Primero es el sonido largo de una frenada. Un sonido
que va engordando y que durará pocos segundos, y si
bien supongo que no son menos de dos cuadras las que
me separan de esos dos autos que tal vez están a pto
de chocar, igual mi cuerpo se prepara, encogiéndose,
para amortiguar un golpe que, obviamente, no va a
recibir: tengo que escribir eso, Y tengo que escribir,
además, que después paso dos horas mirando la bolsa
de basura que debí haber sacado antes de las diez.
Entonces yo debo cantar
debo aprender
a leer música
por ejemplo
saber
lo que es una nota
un tono
debo aprender lo que no es
entonces yo quiero cantar
aprender a decir
cantando
lo mismo qué
sin música
y sin embargo no puedo
no se lo que es
lo que no es
no se
no se porqué a veces me distraigo
cambiando el dial de la radio
que todos sabemos que es
una operación muy triste: hablo
de buscar una linda canción
entre tantas noticias y partidos de fútbol.
Hablo de encontrarla y que se oigan,
detrás, descargas de una tormenta eléctrica.
Hablo de eso, ¿no?
CASERITO
que caserito arrime
una banqueta a la puerta
para sentir
olor a tierra mojada
traído por el viento
que la arrime
pensando
en el pelo de la lorena
y que escuche el ruido
grueso
de las primeras gotas
en el techo de zinc
y que después se quede
mirando
en aquellos ojos negros
opaco
el resplandor del televisor.
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