ENSAYO |
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Algunas cuestiones sobre Desiderio
1- Barrio trucho, Ediciones Trompa de Falopo, Buenos Aires, 1990.
Es irrelevante que esa cultura exista o no, aunque sí es relevante, en cuanto a su experiencia, la cuestión del hambre... El de Desiderio es arte religioso, claro,
El Stalker de la película de Tarkosvski frente a la falta de creencias del científico y el artista. Porque en Barrio trucho, más que en cualquier otro libro de Desiderio, hay tensión fuerte entre la entidades blandas, como la ternura, y entidades duras, la expresión que conduce claramente a la mezcla de imágenes que agreden la imaginación del lector. Temblor.
2- La transgresión. Más o menos, hablamos del año 1991, la empresa de los Noble decide olfatear qué hay de nuevo viejo. Mónica Sifrim realiza una antología bastante buena a pesar del poco espacio de que dispone. Allí hay varios de los buenos poetas. Pero no está Desiderio. Y no porque no lo hayan convocado sino porque su texto ha sido censurado. Ese texto que habla de San Cayetano levantándose la sotana como una bailarina no puede ser sostenido por la censura de Clarín, con lo cual -vemos- imaginariamente o no la literatura sigue teniendo algún tipo de poder. Prueba que hay una censura bastante directa sobre ella, que la literatura de Desiderio resulte una especie de provocación para el cotillón moral de la clase media. Y no sólo eso, también sea una especie de estigma social en la susceptibilidad para ciertos escritores y periodistas de esta clase, que no pueden de ninguna manera reproducir el habla de la calle -y por ende, apropiarse de una parte importante de la poética de Desiderio sea para satirizarlo o no- porque los bloquea el miedo y el desprecio, y que nada saben de lo que significa el valor trascendente de un texto -pongamos en su aspecto político- porque nada saben, en definitiva, de lo que significa devolverle la palabra a la gente.
3- La influencia de Gelman. Un poeta que ha influido gravemente. El cantito gelmaniano, el diminutivo que destruye la prosa, no hay retorno. El sentimentalismo que destruye el trazo neutro. La comparación llana que toca los pies del lector. Pero por supuesto, Desiderio tiró la tuerca del realismo social y toda la metafísica que le inventó Gelman y empezó a girar en falso.
4- La Zanjita, Ediciones Trompa de Falopo, Buenos Aires, 1996.
Sutiliza la expresión del hablante de los suburbios... Pero no es una cuestión de esteticismo sino ritual, es el hablante del suburbio en estado de excitación. En La Zanjita, Desiderio se desprende un poco de cierto patetismo y le da mucho más lugar a la comedia. Es el gran aporte de este poema. La zanjita es el poema más famoso de Desiderio hasta el momento, es El Oso de Desiderio. Incluso algún crítico literario lo ha colocado en el centro del diálogo con los textos escritos por las últimas camadas literarias. Digamos que esta situación ha provocado algunos equívocos. El mismo crítico, Martín Prieto, hace hincapié en el carácter irrepetible del poema, dejando en la sombra del texto, sobre todo porque enuncia la sentencia pero no la explica, la idea de que el poema, su calidad extraordinaria, es más bien fruto de una irrupción un tanto casual. Me gustaría completar ese espacio que a Prieto no le interesó. Creo entender que La zanjita debe ser leído como un ensamble musical e inmediatamente en tanto proceso literario. Me refiero a lo siguiente: Juan Desiderio es músico, y en ese carácter ha reconocido, como dirían los clásicos, en la música un bien supremo: el del gozo y el conocimiento. Es el manejo de las proporciones musicales lo que le ha permitido componer La zanjita; no hay otro soporte teórico ni otra totalidad más que la arquitectura de la realidad misma, por decirlo así. Pero también es necesario prestar atención a un proceso más concretamente literario, en tanto que La zanjita está planteado como respuesta a Barrio trucho y es la resultante, una salida de esa lucha que le implicó zafar de la línea estética de su composición anterior. Esta tarea le llevó un par de años. Ahí veo al escritor tratando, lo más honestamente posible a veces, y haciéndose trampas en otras, de superar su propia influencia.
Es el corte, y la suspensión que provoca, el principal procedimiento. Luego viene, podríamos decir, una alucinógena canción del barrio (que ya está realizada de un modo en Barrio trucho, se volverá en Argentina y tendrá su versión terrorífica en El almacén). Es seductora la idea de trazar, de esta manera, el vector canónico de una tradición, pero prefiero pensar en ella bajo una proposición tal vez más audaz, entender la tradición como el punto que no evoluciona porque es, diría Artaud, el más alto.
5- El almacén, inédito.
6- Argentina, en revista 18 Whisky Nro 2-3, Buenos Aires, 1993, el mantra ginsberiano, la ira judeocristiana.
Con estos magníficos y casi insondables versos comienza uno de los poemas más importantes escritos en la década del 90 (en cuanto a la puesta en marcha de un discurso político, a mi entender, el más importante). Casi todo el poema es así, da vueltas alrededor de una Idea. Podríamos decir, incluso, que es de lo más racionalista que ha escrito Desiderio, en este sentido: se trata del asedio de un centro desde diferentes intentos, la permanente reescritura de una potencia lírica puesta en un nombre: Argentina. Un poema escrito deliberadamente para dar cuenta de un estado de cosas y que mezcla, deliberadamente también, con violencia, la referencia psiquiátrica, la negra fábula del sacrificio y el trabajo, y el tono de la parábola judeocristiana.
Como módulo de la poesía política escrita durante los últimos años en la literatura Argentina es... único, puesto que no deviene del lenguaje que trabajó más bien sobre los estigmas sociales de la época, registro utilizado de manera recurrente en la poesía con intención política social... Y por supuesto se diferencia con claridad de los sentimientos socialistas ungidos en la década del sesenta o esa lírica (Juan L. Ortiz) que entreveía una redención en la luz. Desiderio también logra entrever algo, y así como Juan L. veía la redención en la semejanza entre el deseo personal y la naturaleza y del hombre despojado ante ella, Desiderio puede ver otra cadena de semejanzas que tiene que ver, me parece, con la mutilación del amor.
7- Angeles parricidas, Ediciones del Diego, Buenos Aires, 1999. Desiderio va hacia Rubén Darío. Sólo quiero citar, en este trabajo donde sólo he nominado algunos puntos que me interesan, y que continuaré cuando gane una beca, todo un bloque de los perlados versos de este libro. En varias partes de este poemario Desiderio suelta la pluma, prolonga el verso, apuesta a un destello semidecadente.
Quedan para otra oportunidad los comentarios sobre las lecturas en vivo de Desiderio, algunas de las letras de sus canciones, y un librito prosado que enuncia ciertas especulaciones sobre las sensaciones y la inteligencia: Tos.
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