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LOS FRAGMENTOS AROMÁTICOS1





Soy francamente contrario
de la riqueza de vocabulario.

Adolfo BIOY CASARES


LUCINDA Y LOS CACTUS

Como todos los lunes,
Lucinda rubia pálida
riega las plantas

en la casa pequeña
de Dorotea, la maestra
que le enseña a hablar.

Riega los cactus, erizados,
los toca con los dedos
sin atraer las espinas,

los toca como si fueran
uvas blancas, verdes.
Como su maestra,

Lucinda se teñirá el pelo
de rojo, color cobre vivo.
¡Lo que puede hacer el amor!



(WEST ALTO MANHATTAN)

Fanny y Arminda. Una cura,
la otra afiebra con las manos
oscuras. Las dos son duras
como rocas, lisas como mármol.
¡Qué cuerpo más duro! ¡Parece
hecho de piedra! dicen. Las dos
hijas sin par del Mar Caribe.



DISIDENCIA POÉTICA2


¿Qué línea separa lo contemporáneo
en sentido estricto de lo que ya
ha dejado de serlo?

Luis CERNUDA

Marginado, el filósofo recita con naturalidad,
y el idioma ya no importa. Rodeado de cantantes,
sopranos y contraltos. Son las tres mujeres

más hermosas. Una vende dulces, otra muerde
un pañuelo gris, la tercera es igual
de frente y por detrás, como en Hokusai.

Los ojos abiertos, grandes para su belleza
húmeda. Luminosas en la brisa matinal, todas
a la sombra de puentes y ríos y volcanes,

de transparencia que sorprende. Hay otras
más, dos, tres, cinco. Ellas practican,
unidas, las manos entrelazadas, blancas,

mirándose los dientes, lamiendo las manos,
los dedos. Es un mundo que ya no existe,
los brazos transparentes bajo la ropa,

orejas, senos, curvas de la nariz,
silencio sin alma. Vida anhelante, pegada
al papel húmedo, esperando los retornos

inolvidables, ajenos. Los ciclámenes girando,
a mí me dice, ceñido, con las hormigas
todavía en la sangre.



LA CALCULADORA

Ada vestida de traje negro
de hombre, con solapas, zapatos,
en la cama, bajo las sábanas
blancas, lleva camisa con gemelos.

Es Ada, Condesa de Lovelace,
hija de Byron. La primera
programadora de la máquina
analítica, esa la de las diferencias.

Usa el espejo de Durero, Dürer's mirror,
le miroir de Durer, specchio, spiegel,
speculum, mirall, duradero, duro de deseo

en el abismo. -No quiero ser el novedoso
que hace las cosas más distintas- me dice.
Sin saberlo, vive antes o después de Lezama.



LA PUREZA

Todo comienzo es secreto,
luego es desvelo afanoso
y se exhibe impúdico,
por los aires, inalcanzable ya.



EL OASIS

La escarapela roja sobre el seno
y una niña, mujer, llamada terrón
de azúcar. A veces se viste
de blanco, otras no, su cuerpo
es víbora movediza, deslumbrante.



(LAS VOCES)

Hay voces de mujeres aquí
en esta tierra, que me dan ensueños,
maravillas. Sería esclavo de todas,
sólo por oírlas. No dicen nada,
no mienten, pero es el aterciopelado
sonido, húmedo, como la lengua amada.



(ISLAS)

Es el amor ancestral femenino
por la piel con manchas, tigres,
jaguares, leopardos, ocelotes,
el leopardo de las nieves, casi blanco
con esa expresión de locura en el rostro.
Es como decir -Maybe baby. Tal vez, acaso,
quizás. Adverbio altanero que dice siempre puede ser.
La mujer ama el color y la noche, el hombre también.
Es el gran torbellino en las islas, donde los maestros
y las maestras envidian la sexualidad de sus alumnos,
mientras la madurez corre y la juventud huye.



UNA REINA

Mujer bonita, esbelta y con cara alemana digna,
capaz de hacer las maldades más grandes, beber
orina, retorcerse los senos, confesarse
a los hombres, asumir virtudes como la reina
Gertrudis, madre de hijos locos y crueles,
y alguien acecha oculto en esos gestos claros.

Lo que asusta a los otros a mi me da coraje,
dice orgullosa, el busto erguido, anillos
en los labios y pezones, el bretel caído,
su cuerpo envuelto en raso rosa brillante
que deslumbra mis ojos. ¿Qué hace, qué quiere?
Se adueña del mundo que nos rodea y se viste
como La Dolorata, sobre los hombros de las mujeres.



LAS CAJAS3


Como cajas, unas dentro
de las otras.

Georg BÜCHNER


Misteriosas cajas chinas al acecho.
Abiertas nada, vacías. Cerradas
se oyen suspiros, ruidos de batallas,

gritos, choques de metales, relinchos,
guerras junto al oído. Abiertas,
muestran el interior de laca, forrado

de seda, liso, luminoso, el inhumano escarpín.
Algo cambia y no sé lo que es. Las cajas
chinas son barcos en el mar. Las muertes

argentinas vienen a El Havre en barcos blancos,
plateados en el sol. San Martín helado con su sable.
Son imágenes elegantes, llenas de aristocracia

natural en los gestos y el decir. Es tierra
habitada por sirenas de la pantalla, dulces,
duras, veladas, mano y pantorrilla deslumbrantes,

ejemplos vivientes, estatuas solitarias. En los ríos
imaginados donde se nada como un pez, allí nadamos,
inmóviles, en la blanca neblina de la tarde, en esa

patriótica escarapela, celeste, blanca, sin vida.
Amante patria, bella de la noche y el día sin fin,
espero esa llamada, el suspiro, el viaje a oriente.



URSS

Recordar el frío en el verano,
calor y frío junto al Volga,
el aire lleno de sombras y polen,

partículas, semillas, fragmentos
movibles en la luz del sol, nadando
en ese rayo de la tarde. Ese mundo

dice: Nada, nada, nada. Ni sopa
ni salmón ni cuchara de madera.
Ranas en Pavía, pero no aquí,

en la tierra de nabos blancos,
redondos, y muslos sacudidos al caminar
y Gorki tranquilo. -Quiero ir al colegio

en tranvía- grito entusiasmado, lleno
de recuerdos. Me hacen besar un libro
de oro y lo hago a disgusto, nihilista

en Nijni-Novgorod, mirando pensativo
esa torre de ladrillos rojos. Oigo gritos,
y es la Marina traidora. La Malinche

es mi lengua dice el hijo del Imperio. Marina
la llamaba el falso Dimitri y la llamaba
él también. Es la Virgen de las Vírgenes,

intacta. Siempre dice la verdad y se mece
sobre los hombros de las mujeres. Es un vaivén
erótico, perfumado, erizado de traiciones,

tembloroso de amor. Alfileres, espinas, cactus
suaves, medusas marinas cubren esa piel de hielo,
de reina. Su oscuro jarabe enloquece a quien lo bebe.



LA MUJER INVISIBLE

El buen hombre invisible, en sus vendajes,
es más real que esa Reina nerviosa. Todo
envuelto en las densas neblinas de Abril,
en el atardecer de Nueva York se recorta su figura.

Su mujer invisible se pasea desnuda,
camina a mi lado, su silueta en la niebla,
y siento su tibieza y los olores de sus pliegues.
Nunca la vi, no conozco su rostro, pero fuimos amantes

seis años. Cientos de veces vi mi simiente
en el aire, flotando, dentro de sus huecos.
Su sudor cayó sobre mi rostro, tisana tibia, única,
mientras me montaba invisible, como rocío de la mañana.

No sé si es negra, blanca, roja, color del marfil,
pálida o rosada como una rusa. ¿Rubia? Habla poco,
quiere ser escritora, ama a hombres y mujeres
al azar. Me dice que a veces "pone los ojos en blanco".

Evita la niebla y las sombras del crepúsculo.
Demasiada neblina blanca hoy y no la espero.
Se exalta oyendo "Nabucco", suspira y se sacude
con la música, tiembla sin frío, y recuerda la patria.

Habla con eco, su saliva es dulce como la miel,
es pegajosa, abundante, visible cuando sale de su boca.
Estas son algunas de sus frases y preguntas:
"La soledad destruye a la mujer y completa

al hombre" que es dudosa cita de Chanel. "Cada
salida es una entrada", dicha en invierno.
¿Ofelia es hombre o mujer? pregunta siempre.
Los nuestros son amores intrincados y difíciles.




LOS FRAGMENTOS PERSONALES

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