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LA VIANDA BAJO LA LUPA


Paisaje de Induclor con uno o dos operarios

Anodo arriba, abajo cátodo y en el medio
la capa de tres milímetros de mercurio
que gira y gira y gira y gira y gira
luego de abrir las válvulas de la salmuera
y de inyectarle la electricidad que gasta
media ciudad en cualquiera de sus días:
por un lado el cloro, por otro el hidrógeno,
por otro, al fin, la soda caústica al cien.
Ahora el operario limpia el sistema
con ácido, una escobilla de acero
y el cuidado de no dejar actuar
gérmenes que desplieguen el óxido.
No se le ve la cara. Lo que se le ve
es una máscara con carbón activado
que filtra los vapores del metal.
Tampoco al otro se le ve la cara, se le ve
una máscara igual, pero su cuerpo
es más voluminoso y los zapatos difieren.








Firma de electrodos en los caños del gasoducto

Vuela en el aire todavía, menos compacto,
el polvo que levantó al alejarse el auto
del ingeniero. Ya nadie podrá vislumbrar,
en la explanada enfática de lo que será,
un casco blanco. Sí centenares de amarillos,
muy dispersos, en la cabeza de los peones.
Unos pocos azules, junto a dos camionetas,
de los de electricidad. Quince o veinte verdes:
allá arriba donde se alzan las estructuras,
trepados están los armadores con un cinto
cargado de herramientas. Contra la ruta, abajo,
los zanjeros pico y pala, pico y pala, pico
y pala hunden el surco donde caerán, más tarde,
los caños o tubos de acero del gasoducto.
Llevan casco rojo. Son "hormigas coloradas".
En el trecho donde la tierra ya ha sido abierta,
las grúas, únicos seres que mueven y elevan,
como si fueran pedazos de la utilería
de un teatro con cierta preocupación social,
los caños de diez metros de largo y nueve mil
kilos de peso. "No, un poco más acá. Más cerca".
Recién cuando bajan y los cantos casi se tocan,
confiados avanzan a escena los soldadores:
máscaras portan, y ropa de cuero, y hasta una
plancha de plomo contra los testículos.
Alguien prende de pronto el motor diesel. El ruido
enceguece y corta el murmullo de quienes miran:
máxima luz y calor, electrones que vienen,
van, positivo, negativo, iones contrarios
y una pinza que se alza y desliza en el metal
hasta coser con su extremo y en un estallido
interminable (una vuelta, dos, cuatro, y así
hasta siete) los bordes del acero entre sí.
Luego se recubrirá la zona con amianto
para que enfríe poco a poco y no haya peligro
de que una mínima fisura expanda y disuelva,
en la leve brisa, el día menos pensado,
la confiada inversión de millones y millones.
Pero ahora es otro el tema, porque cada uno
de los que hace en sus ojos saltar los chispazos
exhibe su propia letra: alguno abandona
en la juntura el diseño suave de unas olas,
otro puntos separados entre sí por partes
regulares de lisura, otro pinta estrías.
Esos detalles de la manía personal
se hundirán más tarde hasta tres metros bajo tierra.







Pietro Gori & Cicerón & Percy Shelley, Ingeniero White, 1901

Por los rieles va el vagón y en su techo la luna
hasta que llega a la punta del muelle y se cae
al mar. Los que oyen el discurso no vuelven
a sus casas, vuelven a otro lugar, no ven, no verán,
algunos por unos días, otros por años, más
lo mismo aunque lo mismo les frote la nariz.
El conferencista arma un dispositivo detonante
que mezcla retórica (55%), inspiración romántica
(20%) y perspicacia crítica anarquista (25%).
Ahora es imposible adivinar si la combinación
fue la adecuada, y la sospecha queda de un elemento
que fagocita al otro lentamente en el recuerdo
del estruendo primero. Ciego silencio después.
No sé. Por los rieles va el vagón y en su techo
nada, polvillo del cereal, vestigios de carbón.







Las cimas nevadas de los Andes

sobre las que se recorta la figura de un prócer
en la única lámina que ha quedado en las paredes
de la oficina de la seccional White de La Fraternidad
no logran tampoco refrescar este ambiente
por el que el sol ha ingresado durante los últimos años
sin interrupción alguna de vidrios o persianas.
Esto era el salón de reuniones. Por la puerta de allá
se iba a la biblioteca. Pero vengan. El baño, la cocina
y, seguimos por el pasillo, la sala - taller
donde funcionara la Escuela de Maquinistas.
Lo pueden ver: ambientes amplios, poca humedad,
una construcción sólida.







Sueño y reparación

Como ciertos motores de nafta, el operario
se alimenta de sopa, una porción de papas
hervidas, un sánguche de milanesa y dos
frutas que pueden ser naranjas o manzanas.
Todo esto sobre una bandeja de telgopor
envuelta en nylon. Además un vaso plástico
y una serie de jarras con jugo o agua
en forma regular dispersas sobre la mesa.
Si bien el menú no se repite en forma exacta
día a día, semana a semana, mes a mes,
ciertas vitaminas dominan la composición.
El paladar de cada uno de los comensales
se adapta a un sistema de sabores y pesos
que varía según el grado de importancia
de la empresa y la calidad de la licitación.
Quienes se dedican a proveer las raciones
saben sin duda que no conviene generar
somnolencia (usualmente "modorra" o "fiaca"),
aunque es posible que un sueño limitado
de entre veinte y treinta minutos, la cabeza
caída sobre el respaldar, sueltos los brazos
a ambos lados de la silla, permita renovar
las fuerzas del cuerpo con un plus de eficacia.
Con una pala en la mano a punto de ser
hundida en el montón de tierra, el operario
se asemeja, desde muy lejos, a la máquina
que hace lo mismo aunque con rapidez
mayor y en mayor cantidad. El sol, la lluvia
y la acción constante también debilitan
al artefacto e imprimen marcas notables
no sólo en la carrocería sino en el sistema
de transmisión y aún en el motor mismo;
su siempre inminente vejez, sin embargo,
se mide menos por progresivas deficiencias
que por la aparición de un nuevo modelo
de funcionalidad más amplia y costo más bajo.








Extraños ruidos en la tolva

La psicología laboral lo sabe: ante niveles importantes
de exigencia y soledad las formas de protesta alcanzan
grados alarmantes de sutileza. Tan sólo un ejemplo:
el manejo de la soda caústica es de suma peligrosidad
durante el embolsado y la calidad de los guantes debe ser
más que eficaz. Los operarios de Solvay - Indupa se niegan
a usar el mismo par de un día para el otro, y por allí
o por allá, al final de la jornada, lejos de sí los arrojan.
La empresa presupuestó la compra de doscientos guantes
semanales para los doscientos embolsadores y sin duda
no es lo mismo comprar doscientos que comprar mil.
Por eso ahora cada lunes las manos de caucho se entregan
con un sello interno, y una reglamentación ha fijado
la multa correspondiente a quien los abandone. Es decir:
ahora los guantes poseen apellido y número de legajo.
Pero no la herramienta que el operario como al descuido
desliza en la bolsa de soda en perlas y que el vigilante
deberá dar por perdida con la consiguiente multa para él.
Días más tarde, al realizarse la descarga de los vagones
en el muelle, el responsable de los silos de almacenamiento
oirá primero el golpe seco del hierro y luego el estallido
de los metales con que ha sido construida la hermosa tolva.








Ficología y legislación flexible y fiscal

La praxis política confía a veces en la ciencia,
por eso las vísceras inyectadas de los ratones
con agua del dique Paso de las Piedras están
ahora bajo los microscopios de un laboratorio
para determinar toxicidad y comportamiento
de la masa algar de la cuenca que dispone
del líquido que arriba a la ciudad por gravedad
tras un largo recorrido de sesenta kilómetros:
ese es el tema, y no la propia construcción
del embalse luego del primer interés decidido
en implantar aquí un complejo industrial
para obtener productos del gas derivados
y del petróleo. Pero a través de poderosos lentes
de aumento es imposible analizar la estricta
capacidad de los funcionarios, la letra vaga
de las leyes, en micro-organismos descompuesta
de no más de dos micrómetros de diámetro
que han desarrollado toxinas específicas
al sistema nervioso destinadas o, en particular,
al aparato digestivo; sílabas, bacterias, el agua
llega a la casa y al mismo tiempo a la torre
de atemperamiento del gas, baja el volumen
de la cuenca, al vaso llega el sabor de las algas.








Proyecto Mega

El proyecto Mega se iniciará en Loma de La Lata
(provincia de Neuquén), donde será instalada
una planta separadora de componentes líquidos
a ser bombeados, a través de un poliducto de 600 km.,
hasta la planta fraccionadora de Bahía Blanca:
aquí, según cálculos aproximados,
se procesarán diariamente 36 millones de metros cúbicos
de gas natural a fin de obtener, al término de un año,
más de 500.000 toneladas de etano (además de propano,
butano y gasolina que será despachada por mar).
La participación de Dow con el 28%
en el paquete accionario del proyecto Mega
(dominado por YPF, 38%, y Petrobras, 34%)
se debe a que la materia prima básica
de PBB (Petroquímica Bahía Blanca) es el etano,
el cual ingresa a los hornos de 800°C
para la rotura de sus moléculas según un proceso
denominado "craqueo" que permite la transformación
del etano original en un etileno que adquiere
con cada nuevo paso una pureza más específica.
El etileno, a su vez, alimenta las tres plantas de polietileno
(lineal, de baja y alta densidad) de Polisur,
cuya producción está presente en aislantes eléctricos,
variados tipos de envases y bolsas, tuberías, prótesis
y contenedores de agua y combustible.
PBB y Polisur se han unido bajo la égida de Dow,
que participa con un 63 y un 70% en las acciones
e imprime por lo tanto su filosofía
a las determinaciones de la empresa, en cuyo logo
se ha buscado sintetizar el pasaje de lo gaseoso a lo sólido
mediante una fusión entre rojo y azul.
Los gerentes locales de esta compañía fundada en Michigan
a fines del siglo XIX
tienen puestas grandes expectativas en el éxito
del proyecto Mega, ya que el objetivo principal
para principios del siglo XXI
consiste en triplicar la producción anual y liderar
el mercado de polietileno del Mercosur,
por lo cual se ha iniciado hace unos meses,
sobre los terrenos anegadizos de Ingeniero White,
la construcción de una nueva planta de polietileno
de última generación y de una nueva planta de etileno
que demandará la cantidad ingente de etano
que avanzará bajo tierra desde Loma de La Lata.
La inversión global para la consecución del objetivo
es de más de seiscientos cincuenta millones de dólares.
En esa cifra se debe contar el sueldo que habrán de percibir
los profesionales responsables de los cursos
que PBB - Polisur ofrecerá, según lo estipula
su programa de Acción Comunitaria,
a los docentes de las escuelas del puerto y la ciudad
a fin de brindarles datos objetivos
sobre el delicado tema de la contaminación ambiental.
La labor busca tener su mayor impacto en los maestros:
luego de varios estudios realizados por ingenieros industriales
se ha comprobado que son aquellos poseedores
de un alto grado de ignorancia científica
al mismo tiempo que de un alto grado de credibilidad
entre los futuros integrantes de las sociedades de fomento,
cooperativas barriales y etcétera de la zona urbana
más próxima al complejo petroquímico.








Gramsci y Valéry en la biblioteca
del Círculo de Estudios Sociales
creado en Ingeniero White en 1899
por el grupo anarquista "Libres Pensadores"

Parte de lo que hay, en la estructura de los andamios
que sostiene a los pintores de los tanques de la ESSO,
es un problema de sintaxis: ni mucho más ni mucho menos.














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